Los obispos católicos del Japón han solicitado al Camino Neocatecumenal que cese sus actividades en el país durante los próximos cinco años, alegando diversos problemas que viene mostrando el grupo desde hace años. El arzobispo Joseph Mitsuaki Takami de Nagasaki dijo recientemente que la solicitud ha sido realizada directamente al fundador de los kikos, aunque por el momento no ha habido respuesta alguna a tal petición.

Este obispo, junto con otros cuatro obispos del Japón, mantuvieron el pasado 13 de diciembre de 2010 un encuentro privado en Roma con el Papa Benedicto XVI, en el que justamente se discutió la solicitud de estos obispos. Según recoge la Agencia de Noticias Católica -aunque no haya habido ninguna declaración oficial por parte del Vaticano-, el Papa no se sentía cómodo con la propuesta de los obispos del Japón.

El Camino Neocatecumenal apareció en España en torno a 1960 y en Japón lleva unos 30 años funcionando, aunque en los últimos años las relaciones entre el Camino y los obispos de diversas regiones del Japón se han visto enturbiadas. Uno de los primeros obispos que se dirigieron al Papa para manifestar su preocupación fue Takeo Okada, obispo de Tokio, que ya en diciembre de 2007 calificó la situación como «un problema serio …la actividad del Camino es confrontativa y tiende a generar divisiones…es una actividad de gran alcance y tipo secta…ha causado conflictos graves e importantes dentro de la misma Iglesia».

Nuevas conversaciones entre diversos obispos del Japón y el Papa llevaron a que en marzo de 2009 se cerrara el seminario de Takamatsu; los miembros del Camino que salieron de ahí, fueron enviados al seminario Redemptoris Mater de Roma. Por su parte, los responsables del seminario Redemptoris Mater han negado hacer cualquier declaración al respecto de estos conflictos en Japón.

Fundamentalmente, los problemas que describen los obispos japoneses que han solicitado el cese de las actividades de los kikos, giran en torno a no obedecer la autoridad eclesial, la distinta manera en que se oficia la misa, al mismo tiempo que cierto desprecio hacia el modo tradicional de celebrar las misas a las que consideran «imperfectas» y el modo en que manejan los asuntos económicos (sin tener en cuenta la dinámica propia de cada parroquia y dificultando entonces la presentación de informes de finanzas al gobierno).