El movimiento de los Legionarios de Cristo ha reconocido oficialmente el pasado mes de marzo la veracidad de las acusaciones en contra de su fundador. Desde hace más de una década, los Legionarios venían utilizando todo su poder para intentar silenciar las voces que señalaban a su fundador, el mejicano Marcial Maciel Degollado (1920- 2008) como un farsante, pederasta y abusador de la morfina.
Aún incluso después de que en 2006 el papa Benedicto XVI lo castigara apartándolo del ministerio sacerdotal, la congregación ultraconservadora lo siguió protegiendo con el beneficio de la duda. Sin embargo, el pasado 26 de marzo de 2010, Álvaro Corcuera, actual director general de la orden admitió: «estamos profundamente consternados y tenemos que reconocer que son ciertas las acusaciones contra el Padre Maciel, entre las que se incluían abusos sexuales a seminaristas menores».
El fundador de los Legionarios de Cristo -una orden que cuenta en la actualidad con 900 sacerdotes, 3.000 seminaristas y 70.000 miembros laicos repartidos por 18 países- llevó una doble vida durante décadas. En Roma se apellidaba Maciel. En Méjico, unas veces Rivas y otras González. Allí era el líder de una poderosa orden fundada por él mismo en 1941. Aquí, a veces decía que trabajaba en la Shell y otras que era agente de la CIA. En Europa era célibe. En América era la pareja -al menos- de Blanca Estela Lara, una mujer a la que conoció cuando ella tenía 19 años y él 56.
Maciel adoptó al hijo que Blanca acababa de tener y le propuso matrimonio. Nunca se casaron, pero tuvieron dos hijos más. Tres hijos que, junto a su madre, desvelaron hace unos días en la televisión mejicana la otra vida del fundador de los Legionarios.
«La primera vez que abusó de mí», contó Raúl González Lara en el programa de noticias MVS «fue en Colombia, cuando yo tenía siete años». «Yo estaba acostado con él, como cualquier niño con su padre a esa edad. Él me bajó los calzoncillos y me intentó violar. Fue el primer abuso. Pero hubo muchos abusos sexuales más. También en Madrid. Hacía que mi hermano y yo lo masturbáramos y que le sacáramos fotos. Él se quedaba con las fotos. Nos decía que su tío también lo había hecho con él…».
El comunicado de los Legionarios llega cuatro años después de que Maciel fuese apartado por el Papa, dos años después de su muerte y 13 años después de que, en Méjico, su país natal, empezaran a salir a la luz pública las noticias de sus abusos. Algunos ex miembros de la organización han rechazado este comunicado.