Se calcula que decenas de millones de chinos estarían atrapados en sectas empresariales, basadas en esquemas piramidales que utilizan técnicas similares a las que emplean las sectas para influir excesivamente sobre los distribuidores potenciales y los miembros regulares de este tipo de empresas.
En julio de 2017 las víctimas de uno de esos fraudes, celebraron una manifestación en el centro de Beijing, una manifestación totalmente atípica. La policía la dispersó rápidamente y el gobierno, en pánico, declaró una campaña de tres meses contra las estafas. Según diversos medios de comunicación del país, cientos de estas empresas fueron clausuradas y miles de personas arrestadas.
Pero las sectas están adoptando nuevos formatos. Y el problema puede seguir creciendo. Según el testimonio del Sr. Li, tenía 34 años cuando su familia le consiguió un trabajo en Tianshi, que decía ser una empresa que vendía cosméticos y productos de salud en la provincia costera de Jiangsu. Pagó 2.800 yuanes como «cuota de miembro» y eso hizo que subiera rápidamente dentro de la organización. Reclutó a otros, incluyendo a su hermana menor, bajo el convencimiento que «te dan una visión de la riqueza y éxito…es una maravilla para la autoestima».
A medida que se hizo “senior”, sin embargo, el Sr. Li empezó a preocuparse por el negocio. Su oficina estaba a kilómetros de cualquier lugar. Rodeado de colegas de la empresa día y de noche, raramente veía clientes y mucho menos llegó a ver los beneficios que le habían prometido. Pensó que sus ingresos procedían de las «donaciones» que él, su hermana y otros miembros colaboradores pagaban de buena voluntad en la expectativa de grandes beneficios futuros. Al final, el Sr. Li se dio cuenta que la operación era una estafa. El verdadero negocio de la empresa no era otro que enredar a la gente para que entregaran dinero y luego persuadirlos a engañar a otros para hacer lo mismo.
El Sr. Li dejó la empresa y convenció a su hermana para que lo hiciera también. Determinado a que otros no sufrieran como él, empezó a buscar a víctimas de esquemas piramidales. La mayoría de las que encontró, estaban convencidas que las empresas que se habían quedado con sus ahorros en realidad tenían buenas intenciones de fondo. Comenzando con un par de teléfonos y voluntarios, fundó una ONG, la Asociación China Anti Esquemas Piramidales.
Muchos países tienen actividades de negocio basadas en esquemas Ponzi, que venden productos financieros asegurando elevados beneficios. Pagan a antiguos inversores con los nuevos depósitos, lo que significa que sus pasivos exceden sus activos. Cuando el reclutamiento falla, los esquemas piramidales colapsan. China no es una excepción. En 2016 cerró Ezubao, una estafa de miles de millones de dólares que había enredado a más de 900.000 inversores. Por número de víctimas, fue el mayor fraude del mundo.
Los esquemas chinos pirámidales se basan en el mercado multinivel (MLM), un sistema por el cual un vendedor gana dinero no sólo vendiendo los bienes de una compañía sino también de comisiones en las ventas hechas por otros, a quienes el primer vendedor ha contratado. La gente gana más dinero a menudo reclutando a otros antes que de sus propias ventas. Desde el pasado 1998, China ha prohibido el uso de tales métodos, a pesar de que permite a algunas de estas propuestas, en su mayoría extranjeras, empresas MLM que van a hacer negocios en China como «vendedores directos». Esto implica reclutar personas para vender productos en el trabajo o en casa.
Sin embargo, una característica distintiva de las estafas chinas es la forma en que combinan las operaciones tipo pirámidal con estrategias típicas de una secta. Por lo general, un amigo o miembro de la familia persuadirá a un nuevo recluta para ir a un lugar desconocido, a menudo aislado, para una semana de «introducción y entrenamiento». En muchos casos, el reclutador (que a su vez es engañado) pasará los primeros tres días tratando de persuadir a la víctima de que la empresa es una buena institución (y no como esos horribles Ponzi u otros similares) y que trabajar para la empresa será “por el bien de la familia”. Durante los siguientes cuatro días, los representantes de la compañía apelarán a la ambición y la codicia del recluta, pero sobretodo a la lealtad a su familia.
En China meridional, estas interacciones ocurren generalmente en grupos pequeños o en relaciones de a dos. En el norte, la persuasión se desenvuelve a menudo en grupos de 30, hacinados en una pequeña habitación. En ambos sistemas, se retiran a sus víctimas sus teléfonos móviles para asegurar mayor aislamiento. Los distribuidores nunca tienen un momento para sí mismos, siempre están ocupados. Al final, ocho de cada diez se marcharán, pero los dos últimos se convertirán en reclutas. Una vez dentro de la empresa, todos viven y comen juntos, también cantan canciones en grupo. Algunas letras de muestra: «los pobres escaparán de su destino y los ricos ganarán más de lo que sueñan» o «invierta una vez y su familia será rica durante tres generaciones.»
Es cierto que muchas empresas perfectamente legales tratan de impulsar la moral de sus trabajadores mediante canciones o salidas de grupo de fin de semana. Sin embargo, las sectas empresariales de China combinan estos procedimientos con la violencia. Zhang Chao era un muchacho de 25 años que estaba intentando romper con una compañía ilegal MLM fuera de la ciudad portuaria norteña de Tianjin; lo encontraron muerto de insolación, tirado en la cuneta. En otro caso, el de Cheng Cuiying y su esposa, que caminaron durante dos días a Tianjin para rescatar a su hijo de un negocio multinivel; lo encontraron ahogado en un lago. Mucha gente fue arrestada en relación con ambas muertes. Pero al final, las empresas y el dinero, desaparecieron del mapa.
Las sectas empresariales parecen estar creciendo en China de forma creciente. En los primeros nueve meses de 2017, la policía abrió casos contra casi 6.000 de ellos, dos veces el conjunto de 2016 y tres veces el número anual medio de 2005-2015. Esto sólo parece ser la punta del iceberg. En julio de 2017, la policía arrestó a 230 líderes de Shan Xin Hui, un esquema piramidal lanzado en mayo de 2016 y que tenía unos 5 millones de inversionistas estimados en apenas tan sólo 15 meses de existencia. En agosto de 2017, después de que el gobierno lanzara su campaña contra «estafas piramidales», la policía en el puerto meridional de Beihai, provincia de Guangxi, arrestó a 1.200 personas por defraudar a víctimas por valor de 1,5 billones de yuanes. Otro esquema piramidal en Guangxi, conocido como Proyecto 1040, se cree que pudo haber movido unos 600 millones de yuanes.
La magnitud de las estafas preocupa al gobierno. Su funcionamiento sectario lo hace aún más inquietante. Evidentemente, el Partido Comunista se preocupa por cualquier organización social que no controle. Y las sectas son especialmente inquietantes, sus las actividades pretendidamente religiosas y cuasi-religiosas dan a sus seguidores un vínculo emocional de lealtad que pone en jaque al espíritu de unión del Partido. De ahí parte de la implacable represión desde 1999 hacia Falun Gong, un movimiento espiritual que el gobierno de China califica como una secta. Ello ha hecho que se adopten ciertas medidas desde el Partido, como el refuerzo del control estatal sobre el grupo y decretando que ninguna religión puede poner en peligro la estabilidad del estado. El Partido decide qué es lo que constituye una amenaza. Y su umbral de tolerancia ciertamente es muy bajo.
El caso de Shan Xin Hui sugiere que, aunque las sectas empresariales son un problema, la gente no lo denuncia. Paradójicamente, si algo reclaman, es que el gobierno ayude. De hecho, la manifestación en Beijing del pasado mes de julio, fue realizada por miles de inversores de Shan Xin Hui. Las autoridades tuvieron que cerrar las carreteras en el centro de la ciudad y enviaron a la policía para que disolviera la manifestación. Sin embargo, el malestar de los manifestantes fue desencadenado ya no por la estafa, sino por la detención de los responsables de la empresa. Los mismos inversores estafados que se manifestaban gritaban que habían acusado a la compañía de venta piramidal, “pero ellos no hicieron nada malo. Sólo querían ayudar a la gente pobre”.
A las autoridades les resultará difícil frenar las estafas de sectas empresariales por tres motivos. En primer lugar, con el fin de fomentar los préstamos baratos, el Banco Central mantiene bajas las tasas de interés. Durante años fueron negativas, es decir, por debajo de la inflación. Lo que favoreció la demanda entre los ahorradores de China para obtener mejores rendimientos. Con un ahorro bruto similar a la mitad del PIB, no es de extrañar que algunos de ellos se sientan atraídos por esquemas que prometen dividendos suculentos.
En segundo lugar, a menudo es difícil para los consumidores detectar fraudes. En 2005 China legalizó la venta directa, argumentando que había una distinción entre esa práctica y la manera en que operan los esquemas Ponzi. Pero Qiao Xinsheng del Departamento de Economía y Derecho de la Universidad Zhongnan, afirma que la diferencia es a menudo «borrosa» a los ojos del ciudadano de a pie. Los estafadores pueden pasarlos fácilmente como legítimos. Las compañías dudosas explotan la propaganda del gobierno para fingir que tienen estatus oficial. Por ejemplo, pueden afirmar ser empresas de «nuevo cuño», pidiendo prestado un eslogan del Presidente de China, Xi Jinping.
En tercer lugar, argumenta el Sr. Li, las sectas empresariales manipulan los apegos tradicionales a los familiares. Las empresas en Estados Unidos a menudo apelan a la ambición individual, prometiendo mostrar a los inversores cómo obtener más dinero para sí mismos. Los esquemas piramidales de China ofrecen ayudar a la familia, o a un grupo más amplio. Shan Xin Hui significa literalmente un “intercambio de corazón”. Pretendía ser una obra de caridad, asegurando mayores beneficios a los inversionistas pobres que a los ricos (cuando en la práctica todos fueron igualmente estafados.) Las sectas empresariales dependen de un miembro de la familia para reclutar a otro, y funcionan sobre la condición que los parientes se sientan confiados. Esto ayuda a explicar por qué los inversores que han perdido el ahorro de sus vidas, continúan apoyando a las empresas que los defraudaron, ya que sus familias continúan allí.
A medida que las autoridades cierran grandes sectas empresariales, las más pequeñas encuentran nuevas formas de subsistir. Pero, cada vez más, los esquemas piramidales se mueven hacia Internet. A menudo son relativamente pequeños, con cientos o miles de seguidores, no millones. No pueden depender del adoctrinamiento en un lugar aislado, como lo hacen los esquemas cara a cara. Pero son hábiles en usar el entorno cerrado de los grupos de chat en redes sociales para replicar ese tipo de experiencia del mundo real. Y parecen estar floreciendo.
Estas nuevas formas podrían ser aún más dañinas que las viejas porque están extendiendo su alcance. Además, anteriormente los planes se concentraban en los pensionistas y los trabajadores migrantes, los dos grupos que más ahorran en China. Los nuevos estafadores se dirigen ahora a todas las clases: los ultra-ricos con el dinero a quemar; a los estudiantes pobres que se enfrentan a un mercado de trabajo restrictivo; a los hijos de los trabajadores migrantes, luchando con una educación deficiente y cayendo en la mano de obra barata. Ya suponía mucho riesgo cuando los estafadores operaban principalmente en los márgenes de la sociedad, apuntando a los miembros más vulnerables. Ahora, dice el Señor Li, «hay una secta empresarial para todos».