Serge Benhayon, fundador del grupo de curación esotérica denominado «Medicina Universal» y que se presenta a sí mismo como «nuevo Mesías» ante sus seguidores, está a punto de heredar la mayor parte de la finca valorada en un millón de dólares de una antigua adepta. Los dos hijos de la mujer adepta al movimiento intentaron frenar tal «donación», que finalmente recaerá sobre Benhayon según recogen algunos medios australianos.
El caso se remonta a junio de 2014, cuando falleció Judith McIntyre, una mujer de 66 años que llevaba sufriendo durante tres años un cáncer de mama. Un mes antes de su muerte, hizo su testamento en donde indicaba que dejaba a su hija Sarah de 34 años y a su hijo Seth de 41 años, unos 250.000 dólares a cada uno, mientras que el dinero restante lo quería dejar al Sr. Benhayon. El valor restante es el de una finca que se estima en valor de 1,1 millones de dólares.
Igualmente, la Sra. McIntyre dio al Sr. Benhayon unos 800.000 dólares tres días después de la firma de sus últimas voluntades, en este caso para que renovara un almacén de propiedad que posee en la costa norte de Nueva Gales del Sur, con la idea de convertirlo en un centro de enseñanza para su negocio de sanación y la formación en Medicina Universal.
Los hijos de la Sr.McIntrye desafiaron la voluntad de su madre en el Tribunal Supremo de Nueva Gales del Sur, alegando que cada uno necesitaba 550.000 dólares de la mencionada finca, demostrando tener unos modestos ingresos.
Durante una audiencia en diciembre de 2015, el Tribunal supo que la señora McIntyre tenía un interés de larga data en temas relacionados con el espiritismo y que llevaba años siguiendo a diferentes gurús desde la década de los ochenta. Su búsqueda espiritual la llevó hasta la India, en donde en un momento dado llegó a pagar unos 3.000 dólares mensuales a la gurú Isira. Durante la audiencia, Sarah indicó que «mamá siempre estaba siguiendo un gurú o otro…y dio la casualidad que cuando murió estaba con la Medicina Universal».
La señora McIntyre entró en relación con el Sr. Benhayon un mes después de su diagnóstico de cáncer de mama en junio de 2011, en el Byron Bay Writers Festival de Australia, convirtiéndose en una devota apasionada.
De origen uruguayo, Serge Benhayon llegó a Australia a la edad de los seis años y creció en Maroubra, en las playas del sur de Sydney, antes de convertirse en un entrenador de tenis. En 1999, puso en marcha «la Medicina Universal» en las colinas de las afueras de Lismore. El grupo dispone ahora de delegaciones tanto en Australia como en el Reino Unido y Vietnam.
En Australia, se estima que aproximadamente unas 15.000 personas habrían pasado por sus cursos. Sus sanadores ofrecen una amplia gama de tratamientos no convencionales, incluyendo «el pinchazo chacra» y «el masaje esotérico de pecho». Sus estudiantes lo consideran como «Maestro de la Sabiduría Eterna», así como «el nuevo Mesías», «un hombre de la verdad pura y absoluta» cuyas enseñanzas se asegura que tienen «el poder de acelerar la evolución del hombre en la tierra». Además, como ya indicábamos en una entrada anterior, se considera la reencarnación de Leonardo da Vinci.
Benhayon ha indicado que la señora McIntyre «quería hacer un regalo para establecer un centro de enseñanza que constituya un legado duradero para la presentación de las enseñanzas de la Sabiduría Eterna». De hecho, el centro ya está en marcha. Por su parte, Sarah y Seth dijeron que su madre les indicó que deseaba dejar una parte importante de su patrimonio a la Medicina Universal y que ambos le prometieron antes de su muerte que impugnarían el testamento. Sarah indicó que desconocía el tamaño de la finca o que su madre le hubiera dado el señor Benhayon unos 800.000 dólares. Desconocía igualmente que durante 2013, la señora McIntyre también pagó más de 320.000 dólares a una propiedad en Goonellabah, cerca de Lismore, a nombre de su amiga Ingrid Langenbruch (quien trabajó como su cuidadora en sus útimos años de vida).
Durante el juicio, el abogado de los hijos argumentó que el Sr. Benhayon no tenía impedimento legal alguno para utlizar el dinero en su propio interés en lugar de dedicarlo a la Medicina Universal. Sin embargo, el Juez no fue de esa opinión e indicó que no observaba evidencia alguna conforme pudiera hacer tal cosa. En la sentencia emitida el día de Nochebuena, el Juez dijo que viendo el vídeo que grabó la señora McIntyre dos meses antes de morir, «nadie dejaría de apreciar el estado de la paz y serenidad con la que la moribunda se enfrentaba a su muerte…la evidencia apunta a la conclusión de que la Sra. McIntrye atribuía ese bienestar a las enseñanzas del Sr. Benhayon».
El Juez se negó por tanto a alterar el testamento de la fallecida, concediendo que una herencia de 250.000 dólares ya es adecuada. En su sentencia, afirma con rotundidad que «la moribunda mostraba evidencias de que sabía lo que estaba haciendo cuendo redactó su testamento…parece haber sopesado las consideraciones en relación a la necesidad de dejar herencia a los hijos, pero sobretodo su deseo de promover las enseñanzas del Sr. Benhayon.»
Los hijos calificaron la sentencia como «devastadora».