Claire Hoffman estima que debió practicar unas 2.200 horas de meditación en su vida, pero no tanto porque se hubiera convertido en una devota practicante de la meditación en su adultez, sino más bien por el hecho de haber crecido con una madre que seguía las enseñanzas de Maharishi Mahesh Yogi, creador de Meditación Transcendental (MT), en una comunidad en Fairfield (Iowa).
Hoffman, que ha escrito sus recuerdos sobre su infancia en su libro “Greetings from Utopia Park”, ha afirmado a tenor de una entrevista realizada por una periodista del talk show Fresh Air, que en aquellos momentos el trasladarse desde Nueva York a la comunidad de Iowa junto con su madre a la edad de 5 años, después que su padre alcohólico las abandonara, “fue idílico, al menos inicialmente…aquellos primeros años, fueron totalmente mágicos…estábamos convencidos de que estábamos cambiando el mundo, todo el mundo estaba meditando, fue una experiencia simplemente maravillosa”.
Hoffman reconoce que el hecho de escribir este libro ha supuesto un cierto proceso de cambio en ella en su forma de ver las cosas que allí sucedieron. Nunca conoció a Maharishi, aunque asegura que su madre lo adoraba y que todo el entorno en el que creció adoraba igualmente a Maharishi. Pero en el lugar donde creció, Maharishi nunca apareció, era la sombra del gurú la que siempre estaba presente. La promesa era alcanzar la paz y la iluminación completas. Además Maharishi se había especializado en el “vuelo yóguico”, una práctica que MT transmitía a sus adeptos para que aprendieran finalmente a levitar. De hecho, Hoffman recuerda que su madre y los restantes devotos debieron invertir miles de dólares en tales cursos.
Debido a que la práctica del “vuelo yóguico” se practicaba en secreto, Hoffman estaba totalmente convencida que su madre era capaz de levitar. Fue a la edad de 9 años cuando Hoffman tuvo ocasión de acceder a una demostración de tal práctica. El resultado fue aplastante: “lo único que pude ver es a mi madre saltando como si fuera una rana…aquel momento, de ver aquel salto tan ridículo, desmontó toda mi convicción en que mi madre y los otros yoguis eran capaces de levitar”.
La madre de Hoffman quedó seducida por el mensaje de MT y decidió trasladarse a Iowa, en donde podría asistir asimismo a la Universidad Internacional Maharishi al mismo tiempo que vivir en una comunidad de meditación, “así que mi madre me dijo que nos trasladábamos a una granja, en el campo, donde podría vivir más libre y estar en contacto con los animales, con libertad para entrar y salir, no como en la ciudad de Nueva York…imaginaba que allí todo el mundo estaría meditando, por lo que viví aquello con excitación”.
Sin embargo, al desembarcar en medio del invierno en la comunidad Maharishi, “empecé a sentir cierta desilusión, ya que las casas eran viejas…la población de allá nos llamaba urbanitas, no les caíamos del todo bien…allí llegaba todo tipo de gente de California y un montón de europeos, así que ciertamente existía cierta hostilidad hacia la comunidad por parte del pueblo”.
Hoffman tuvo que asistir a la escuela del pueblo, debido a que la madre no disponía de suficiente dinero como para inscribir a su hija en la Universidad Maharishi. Hoffman recuerda aquellos años como difíciles, debido a que la primera pregunta que le hicieron nada más empezar allá fue que si su madre levitaba y si ya sabía volar, lo que vivió con tremenda vergüenza y pasó a ser “el bicho raro”. Más tarde pudieron ingresar en la escuela de Maharishi, en donde bajo la promesa de la iluminación se les transmitían las enseñanzas del gurú.
Una gran parte de la vida en Fairfield – con el fin de entender por qué tanta gente se trasladó allí y cuál era la visión de aquellos años – giraba en torno a la idea de que Maharishi estaba convencido que grupos grandes de personas practicando la MT, así como “su forma avanzada de meditación, el vuelo yóguico”, terminaría por crear la paz mundial. Y es que Maharishi aseguraba disponer de la fórmula científica que permitiría cambiar el mundo, si pudiera conseguirse que el uno por ciento de la población meditara al unísono para irradiar una suerte de energía que cambiara al mundo.
Maharishi abandonó sus estudios universitarios para seguir las enseñanzas de Guru Dev, pasando a ser su secretario personal. Tras la muerte de Guru Dev, “la historia cuenta que Maharishi se retiró a una cueva y que fruto de aquel retiro, sobrevino una revelación conforme debía enseñar al mundo a meditar”.
Ésto sucedía a mediados de los años cincuenta, cuando la meditación estaba reservada a unos monjes y algunos practicantes, queriendo Maharishi extender la práctica de la meditación a todos los sectores. A finales de los años 70 y principios de los 80, construyeron dos edificios de oro en forma de cúpula gigante, con una bóveda para hombres y otra para mujeres, y los devotos podrían asistir dos veces al día allí para meditar. En los años 80 y en los 90, miles de personas iban allá para hacer meditación durante aproximadamente una hora y media o dos horas cada sesión, dos veces al día.
Un gran momento para el movimiento fue el cisma a finales de los años 70.
Hasta entonces, Maharishi abogaba por 20 minutos de meditación un par de veces al día e introdujo el Programa MT-Sidhi que aseguraba superpoderes, alcanzar la «fuerza de un elefante”, obtener los poderes de invisibilidad y conseguir levitar. Todo allá se había mercantilizado y los cursos tenían elevados precios para que -según Maharishi- los americanos valoraran el dinero. La gente pagó miles de dólares por estos programas de MT, aunque desde el momento en que empezaron a hablar sobre la levitación, muchos seguidores abandonaron el movimiento.