Hace algunas semanas, el actual director de Nueva Acrópolis Ecuador, y a propósito de la actual pandemia del COVID, proponía una reflexión en los siguientes términos en uno de sus vídeos de su propio canal: “hay que mantener medidas de higiene, pero no sólo física. En realidad, hay que también usar la higiene en lo emocional y en lo mental…Tenemos que lavar lo que sentimos. No sentir cualquier cosa. No permitirnos sentir envidia, rencor, resentimiento. Eso también se tiene que lavar, se tiene que limpiar, para poder recuperar y no contaminarnos. No cualquier cosa que nos cuenten hay que repetirla. El mundo va muy rápido. Lo que ha sucedido con las noticias. Muchas noticias, muchas imágenes, pero no se reflexiona ninguna. El COVID tarde o temprano bajará su fuerza, aunque vendrán otros virus en uno o dos años más… porque hemos abusado de antibióticos, de bactericidas, por eso están tan poderosos los virus. Al igual que hay que lavarse las manos, hay que lavar los sentimientos y la mente”.

No deja de ser una idea, tomando sus mismas palabras, como para pararse a reflexionar. Y más teniendo en cuenta que muchos de los que abandonaron esta pretendida escuela de filosofía, refieren justamente que sus mentes fueron lavadas. Por ese y otros motivos, tanto el Informe Cottrell del Parlamento Europeo emitido en 1984, como el Acta 2468 de la Asamblea Nacional Francesa de 1995, describieron a Nueva Acrópolis como una agrupación sectaria de tipo fascista y paramilitar. Esta “escuela de filosofía al modo clásico”, fue fundada por Jorge Ángel Livraga, personaje que se presentaba como un académico de la Academia Filo-Bizantina Internacional, centro que tiene que ver más con actividades esotéricas que con una actividad académica propiamente dicha. También aseguraba haberse licenciado en Filosofía en la Argentina, a la par que haber cursado Medicina, si bien tan sólo llegó hasta el primer año. Inclusive, se jactaba de tener un título de Honoris Causa, aunque la pretendida prestigiosa institución que se lo habría otorgado, en realidad, no era más que un centro asociado a la misma Nueva Acrópolis, y como tal, sin capacidad alguna para emitir titulaciones de tan alto rango. Otras pretendidas condecoraciones que el mismo Livraga aseguraba haber recibido, son más que dudosas, por lo que ni me detendré a revisar cada una de ellas.

Quizá de las pocas cosas medio ciertas que dijo de sí mismo es que había pertenecido a la Sociedad Teosófica en Argentina. Aunque en su versión hagiográfica se describía como un alumno aventajado al que se le encomendó una misión muy importante: fundar Nueva Acrópolis al estar la Sociedad Teosófica en crisis. Lo cual no es cierto, ya que Livraga fue expulsado de la Sociedad Teosófica, al poner en marcha un pequeño grupo aparte en donde era él el maestro y desde donde criticaba a la Sociedad Teosófica. Nunca ejerció funciones administrativas en la mencionada Sociedad, ni tampoco nunca fue más allá de ser un miembro raso que intentó aprovecharse de la estructura de la Sociedad Teosófica para empezar a fundar un reducido grupo de adeptos en torno a su persona. En la carta que la presidencia de la Sociedad Teosófica envió al vicepresidente del Consejo de Europa, describían a Livraga y a su entonces esposa Ada Albretch -de la que más tarde se separaría, fundado ésta la Fundación Hastinapura-, como personas que se erigieron en instructores, autoridades espirituales para sus seguidores, “con una atracción magnética muy fuerte”, tomando algunos elementos de la Teosofía para formar su propio movimiento.

Más allá de la presentación seductora y engañosa de su fundador, se ha descrito a Nueva Acrópolis como un grupo con un funcionamiento filonazi. Para captar estos elementos, hay que dirigirse a los escritos reservados del grupo, en donde se difunden ideas que van en paralelo con el fascismo. El Manual del Dirigente es sin duda un buen ejemplo de texto que contiene muchas directrices de ese estilo. A otro nivel, también pueden detectarse esos elementos en los emblemas o estandartes empleados por el grupo, que con pequeñas variaciones se acercan a algunos símbolos empleados por el nazismo. E incluso en el lenguaje, como cuando emplean las dobles iniciales para disimular de lo que están hablando, dobles iniciales que también han sido profusamente empleadas en sistemas fascistas. El saludo acropolitano con la mano en alto y el grito de ¡Ave!, es sin duda otro elemento que se utiliza dentro de algunos rituales de Nueva Acrópolis y que nuevamente conecta con sistemas fascistas. O la vestimenta, como en el caso del Cuerpo de Seguridad acropolitano, conocidos como los camisas negras. A nivel organizativo, encontramos también las Brigadas Femeninas, compuesto por mujeres que se entregan al Ideal sirviendo al hombre, potenciando la belleza y comportándose como damas, funcionando en la práctica como elementos de servicio para la evolución del hombre dentro de la estructura acropolitana. Todos estos elementos, junto con otros que también apuntan a una forma de organización a la romana y siguiendo lineamientos fascistas basados en una unidad compactada e indivisible que se dirigirá a la creación de un súper-hombre, han sido convenientemente maquillados con el paso de los años para no despertar críticas a las personas que se acercan a sus centros.

En España, desembarcan a inicios de los años setenta, en plena dictadura franquista, lo que sin duda debió ayudar a la implantación y extensión del grupo en nuestro país. Con el paso de los años, Nueva Acrópolis se ha ido abriendo, si bien gran parte de sus principios autoritarios continúan vigentes. Han creado estructuras conectadas, como grupos de ecología o de voluntariado, que dan una imagen amable y pro-democracia del grupo, cuando en esencia continúan conservando una visión autoritaria y anti-democrática. Se cuidan mucho de ensalzar en exceso abiertamente a su fundador -considerado como un Maestro, en mayúsculas-, pero interiormente sus textos continúan siendo los esenciales en la formación acropoliatana, pese a que alguno de ellos haya sido modificado o retirado para evitar recelos de los nuevos miembros que van entrando en la organización.

El hecho es que cuando murió su fundador Livraga a inicios de los noventa, Nueva Acrópolis se esforzó en transmitir otra imagen al mundo. El empleo de los uniformes quedó restringido, se retiraron algunas publicaciones comprometedoras, cambiaron algunos elementos iconográficos de sus emblemas y se guardaron celosamente determinadas publicaciones. La puesta en escena, actualmente, ha cambiado bastante en comparación con años atrás. Las actividades son atractivas, aparentemente en un entorno de libertad de pensamiento, con una publicidad sugerente, transmitiendo la idea de que se trata de una escuela de filosofía práctica, para poner en acción diariamente, alejada de las facultades de filosofía, que enseñan una filosofía teórica. El potencial interesado se acerca con interés, y desde los primeros momentos encuentra un ambiente agradable, donde se le aproximarán personas para interesarse e invitarle a participar en otras actividades (se trata de personas encargadas de las relaciones públicas dentro de la organización especialmente aleccionadas a realizar su tarea), minimizándose de este modo cualquier percepción de riesgo de estar siendo captado. El perfil más interesante -si bien contemplan diversos tipos de personas que requieren diferentes tipos de acercamiento, como ellos mismos estipulan en sus directrices para la atracción de nuevos miembros- es el de una persona joven, con ganas de conocer, idealistas, voluntariosos y motivados, porque será de esos de los que se nutrirá Nueva Acrópolis.

Durante todo el ciclo inicial de “probacionismo” -período durante el que se evalúa a la persona-, se irán dejando caer algunas ideas esenciales extraídas de textos filosóficos que posteriormente, en momentos más avanzados del proceso, utilizarán para justificar su exigencia de una mayor adhesión al Ideal acropolitano. Aunque el conocimiento real de los textos filosóficos clásicos sea más bien limitado, o haya sido tergiversado o simplemente se haga un corta y pega de textos clásicos para justificar sus propias posiciones. La idea que se va instalando es que es necesario entregarse, dejar la crítica, abrirse a que la realidad última es de naturaleza espiritual y que para transitar por la Escuela será necesario distanciarse y desapegarse de las cosas mundanas, porque no son más que una pérdida del tiempo. Una vez superado el probacionismo -para lo cual no sólo habrá que pasar un examen escrito de lo más intrascendente, sino que sobretodo la organización deberá haber contrastado toda la información que los captadores dieron del neófito-, se invita a la persona a pasar a colaborar con la organización, sin precisar el alcance de tal entrega, que con el tiempo tenderá a absorber más y más, si bien todos los restantes compañeros felicitarán al nuevo miembro en un contexto cargado emocionalmente, aspecto éste que es central para asegurar la adherencia. De hecho, y como pasa prácticamente en todas las sectas, serán esos vínculos con los demás los que finalmente harán Escuela, y de los que será difícil en el futuro romper al plantearse abandonar. Porque se crea un fuerte sentimiento de obligación y de no fallar a los demás compañeros ni a la Escuela, aspectos éstos que pasarán a vivirse con culpa por el adepto.

Son sin duda sus propios textos los que más claridad pueden dar a estos aspectos y a otros que forman parte de la dinámica de atracción y adoctrinamiento por parte de esta pretendida escuela de filosofía. Particularmente, destaca la publicación de el Bastión, de la cual propongo pensar en algunos fragmentos para poder aprehender la dimensión sectaria del proyecto acropolitano. Como estamos hablando, al parecer, de una escuela de filosofía, llama la atención que más allá de algunas lecturas más o menos generalistas de algunos textos filosófiucos escogidos (excluyendo oitras corrientes filosóificas de forma intencionada), lo que debe capitalizar la atención del miembro son las publicaciones de su fundador, como él mismo indicaba en un Bastión, «[ya que] he notado que en algunas Bibliotecas de Estructuras Nacionales faltan mis libros… Cosa que no sería grave dado el escaso valor que algunos de ellos tienen, pero sí lo es si recordamos que los escribió el Fundador de NUEVA ACRÓPOLIS… Es como si en una biblioteca del Opus Dei faltase el libro “Camino”, o en la de la Real Academia Española, “El Quijote de la Mancha” (El Bastión, nº 163-1, junio 1991). No deja de ser curiosa la comparativa con el Opus Dei, lo que de forma directa apunta al culto del fundador, que no es criticado ni cuestionado, sino tan sólo venerado o santificado.

Nueva Acrópolis explicita reiteradamente que buscan la libertad del pensamiento y que no se exige nada de sus alumnos en el sentido de grupo, pero en la práctica, y a medida que se avanza en el proceso de adhesión a la Escuela, el embudo se va cerrando, y se exige una mayor dedicación, ya que el movimiento no permite un compromiso parcial, exigiéndose paulatinamente una dedicación a poder ser completa. El argumento es que los adherentes forman parte de un movimiento único que está destinado a una tarea trascendente. Y es que, en sus palabras, “jamás soñamos una “Escuelita de barrio” sino un Imperio, un Movimiento que revolucionase profundamente los cimientos mismos de esta civilización materialista y atea. ACROPOLITANOS: El Mundo os necesita. ACROPOLITANOS: Acudid sin prejuicios. ACROPOLITANOS: Este es un Ideal que no pide mucho, ni poco; lo pide todo (El Bastión, nº3-1, septiembre 1976). O, dicho de otra manera, «no basta con ser Acropolitano 4 ó 5 horas a la semana; y por razones de trabajo, estudio o de familia ser Hombre Viejo el resto del tiempo. Sólo si CADA UNO DE NOSOTROS logra trasmutar su plomo en oro, la totalidad podrá hacerlo y esto servirá de ejemplo al resto del Mundo (El Bastión, nº153-2, agosto 1990).

La organización mantiene estructura piramidal y claramente jerarquizada, no permitiéndose el cuestionamiento de los diferentes “peldaños” que deben “ascenderse”. El grupo, como queda en evidencia del fragmento anterior, se percibe a si mismo de forma grandiosa, sosteniendo que son un “Imperio” y atribuyendo cualquier fracaso a la falta de voluntad o aplicación de sus miembros, puesto que el movimiento en sí mismo es perfecto e incuestionable. La organización lo expresa del siguiente modo: “un orden piramidal acorde a la Naturaleza nos permite mantener un “Imperio”, un Movimiento, en 15 Países sobre dos Continentes, adaptándonos a las circunstancias sin perder la columna vertebral de una eficacia de conjunto, y promoviendo la UNIDAD en un mundo desquiciado por los separatismos y las diferencias […] ¿De dónde surgen los fracasos? Generalmente, del propio fracaso individual del que dirige el País, la Filial, el Instituto, la Fuerza Viva o la Cátedra. La errónea creencia de que cualquiera nació para conducir hombres es nefasta. Se nace para Dirigente (El Bastión, nº6-1, diciembre 1976).

La entrada en la Escuela es un paso que se presenta como salir de la caverna al mundo de la filosofía. Y para ello, el proceso de grupo requiere que el neófito rompa con su pasado, ya que según la cultura de grupo tan sólo es el camino válido para llegar a ser un Acropolitano (en mayúsculas). Es mas, toda aquella actividad o vinculación externa a la organización es entendida como un impedimento. Por eso mismo, “hay que desprenderse del pasado: Para comenzar todo viaje, hace falta cortar amarras del primitivo puerto y dirigirse resueltamente hacia la meta propuesta. Un Acropolitano que se proponga triunfar, debe hacerlo primero sobre sí mismo. Toda ideología materialista, toda postura burguesa, todo lazo afectivo, laboral, estudiantil o familiar debe ser colocado en lugar secundario respecto al Ideal (El Bastión, nº 7-6, enero 1977). Y, no sólo eso, sino que toda aquella relación que sea externa a la organización es “inútil”, porque no contribuye a la consecución del ideal acropolitano, de forma que se recomienda romper esos vínculos porque no ayudarán en la ascensión espiritual, “en nuestro Movimiento no te pedimos ser un anacoreta, mas empieza a romper cadenas inútiles con amigos y amigas que no participan de tu Ideal a pesar de conocerlo, y con toda persona, sea quien sea, que se oponga a tu actual Visión Espiritual, pues el mantener esas relaciones viejas te hará daño a Tí y a esas personas, que aún no han despertado como filósofos; que se avergonzarían de Tí o se burlarían de lo que tienes de más sagrado: Tu Ideal Acropolitano (El Bastión, nº30-1, febrero 1979).

La finalidad de Nueva Acrópolis es claramente religiosa, para nada filosófica. Su Ideal comporta transformar a «la masa” (la sociedad), evangelizarla, porque son considerados ignorantes, personas que aún no salieron de la caverna de Platón, los no-acropolitanos están dormidos y no han despertado, “Acrópolis no es un invento humano; Acrópolis es una fuerza telúrica que viene desde el fondo mismo de la tierra, desde el seno de todos los astros, y habita en nosotros […] Insistimos una vez más: el hombre que no cree en Dios no es un hombre, es un humanoide. Venimos a dar al mundo una nueva Fe, no en un nombre de Dios, SINO EN EL NOMBRE DE DIOS (El Bastión, nº 7-6, enero 1977). La tarea de Nueva Acrópolis, de hecho, no es filosófica, pero tampoco exclusivamente religiosa: es sobretodo mesiánica. El movimiento inculca la convicción ciega conforme los adeptos están formando parte de una tarea titánica, orientada a “salvar al mundo”, y lo que se pide es una obediencia ciega e inquebrantable, “no venimos a NUEVA ACRÓPOLIS para estudiar, ni para pintar, tocar instrumentos, hacer ceremonias marciales, rezar, cantar, hablar… sino para algo que lo involucra todo y por ello es mayor y más importante que las partes. Venimos a salvar el Mundo; a rescatar el Hombre de los colmillos del materialismo. Estos Acropolitanos, que tales cosas hacemos y que hemos hecho fe de esa entrega, portamos Hachas […] el Hacha, para nosotros es el símbolo del Sacrificio del Mando (El Bastión, nº 9-1, marzo 1977).

En esa tarea mesiánica, los acropolitanos llevarán a cabo una limpieza de la inmundicia del mundo, “vamos a reemplazar las máquinas por el espíritu; vamos a reemplazar a los fracasados y a los drogados por los hombres fuertes y jóvenes; vamos a reemplazar este mundo corrupto por un mundo descontaminado, limpio, bello, poderoso, bajo la Gracia y la Luz de Dios. Y esto lo vamos a hacer, aunque nos cueste siglos; lo vamos a hacer y LO VAMOS A HACER. Y eso tenéis que proponéroslo dentro vuestro: cada día que pasa, cada hora que pasa, cada minuto que pasa debéis dedicarlo totalmente a Acrópolis. Todos los días debemos trabajar por Acrópolis, y tratar de hacer un miembro, pegar afiches, cumplir todos los trabajos necesarios de traducciones, de intercambios, que nos permitan cada vez tener más hermanos, más manos unidas, más brazos en alto que señalen el horizonte” (El Bastión, nº60-3, enero 1982). Eso se acompaña de una visión polarizada de la realidad, en donde el mundo externo a Nueva Acrópolis es un mundo «contaminado» -y ahora todavía más con el COVID-, repleto de personas moribundas, que están dormidas, que no quieren cambiar, “nos encontramos, entonces, en un mundo completamente corrupto, cuyos pedazos moribundos luchan entre sí. Quiero que todos los Acropolitanos del mundo tengan conciencia de que nosotros traemos el Mensaje de la Sexta Subraza que precede a la Sexta Raza, el Mensaje del Hombre Nuevo” (El Bastión, nº 60-3, enero 1982).

Y es que la finalidad última de Nueva Acrópolis es la formación de un Mundo Nuevo, derivado de la transformación del adepto en acropolitano, “llevamos en nuestras entrañas los gérmenes de un mundo nuevo; de esa sexta subraza que debemos conducir a un lugar seguro, más allá del torbellino y de la oscuridad. Es la quinta subraza que perece en los comienzos helados de esta Edad de Acuario, pero que no puede impedir el advenimiento del Hombre Nuevo […] para levantar este pequeño «Imperio» filosófico, en medio de un siglo decadente y tenebroso (El Bastión, nº12-1, julio 1977). Para la consecución de tales finalidades salvíficas, el movimiento se ha dedicado a protocolizar sus propias directrices y documentos para maximizar la atracción de nuevos miembros, encubriendo su auténtica naturaleza, mostrando una cara amable y atractiva (filosofía, artes marciales, ayuda de voluntariado activo, ecologismo, etc.), sin dejar en evidencia que una de sus principales finalidades es la captación de nuevos potenciales acropolitanos “las estadísticas comprueban, año a año que tan sólo un escaso 10% de los jóvenes que toman contacto con nosotros a través del llamado «Probacionismo», llegan a ser Miembros, y que de estos Miembros una proporción minúscula sigue en Nueva Acrópolis más de dos años […] También ayuda a este estado de cosas la impaciencia de nuestros Mandos Medios, que suelen encarar violentamente a los jóvenes -que vienen de un mundo, ya no liberal sino libertino- con un universo orgánico con saludos de brazo en alto, guardias a rajatabla y obediencias apresuradas, cuando no se les impulsa a hacer donaciones, préstamos de vehículos, garantías crediticias” (El Bastión, nº 1-1, julio 1976).

El disimulo es una de las estrategias más practicadas por Nueva Acrópolis, ocultando su auténtica naturaleza y mostrando una vitrina que ha sido cuidadosamente preparada con anterioridad para alcanzar una mayor atracción de nuevos interesados, por lo que el movimiento controla cada información que ofrece para que el potencial interesado no salga corriendo en dirección contraria; “¿cómo informar? … El lugar en el cual se informa debe estar en lo posible desprovisto de elementos atípicos que puedan crear un rechazo subconsciente al informado […] tiene que haber a la mano folletos bien impresos que expliquen de por sí lo que es Nueva Acrópolis y su alcance mundial. Esto último impresiona mucho al visitante […] El sitio debe estar bien iluminado y muy limpio […] Debe «incitar» a quedarse […] No encendáis inciensos porque eso está muy visto en las diferentes sectas hinduistas […] La persona que informa debe tener una básica buena presencia y vestir correctamente; Los minusválidos o personas que tengan algún defecto físico no deben informar (El Bastión, nº 57-3, octubre 1981).

La insistencia en una dedicación completa a la organización es un hecho, “cada día que pasa, cada hora que pasa, cada minuto que pasa debéis dedicarlo totalmente a Acrópolis. Todos los días debemos trabajar por Acrópolis, y tratar de hacer un miembro, pegar afiches, cumplir todos los trabajos necesarios de traducciones, de intercambios, que nos permitan cada vez tener más hermanos” (El Bastión, nº 60-3, enero 1982). No sólo es atraer más miembros a la organización, sino una auténtica voracidad tendente a engordar a toda costa la organización, porque están convencidos de que deben rescatar a la Humanidad, “necesitamos urgentemente aumentar nuestras bases. Yo quiero Miembros, yo quiero Miembros, YO QUIERO MIEMBROS… Quiero más gente en Acrópolis, más juventud. Debemos rescatar a miles de jóvenes que nos están esperando… también recordaros que pertenecéis a una “multinacional del espíritu”, que debéis estar a la altura de nuestra Tradición y nuestras Águilas”… ¡ AVE ! ¡VIVA EL IMPERIO! (El Bastión, nº 60-3, enero 1982).

Si bien en no pocas ocasiones se ha descrito a Nueva Acrópolis como un movimiento filonazi -y como hemos visto anteriormente, hay elementos que con claridad los conectan con esa mentalidad-, en la práctica, lo que encontramos es el despliegue de un sistema de organización y de relación al estilo de la Antigua Roma o incluso sustentándose en ideales caballerescos, lo que da lugar a una serie de directrices en cuanto al comportamiento a seguir, los saludos o incluso la vestimenta; todo ello revestido de un pretendida intencionalidad esotérica que plagia algunas prácticas teosóficas, “en los Decretos de la RIMM de Buenos Aires, en 1975, se oficializó el Saludo Acropolitano, recomendando que el brazo en alto tuviese una relación de 45 grados respecto a la vertical superior del cuerpo. Esto ya se hacía desde la fundación del Movimiento y su origen se atribuyó a motivaciones históricas vinculadas al Imperio Romano. La palabra “AVE” (“Sagrado”, en latín) que acompaña al saludo físico, remarcó esto último […] hay otra causa relacionada con la parte “Oculta” de las cosas […] Cuando eleváis el brazo derecho por encima de vuestro “horizonte” ocular con “Intención Sagrada” se produce una acumulación positiva (f) que os permite dignificar el vehículo físico, verticalizando sus energías, haciéndole receptor y transmisor de un Impulso de Vida que es fundamental para el nacimiento del Hombre Nuevo, el Acropolitano […] reafirmamos, de manera valiente y decidida, nuestra propia Naturaleza Divina levantando nuestro brazo derecho tal cual lo hicieron nuestros remotos antepasados, más allá de las deformaciones y errores propios de hombres que, a pesar de todo, creyeron en Dios y en Sí Mismos (El Bastión, nº 2-1, agosto 1976).

Y no se aceptan las dudas ni las críticas, porque son síntoma de debilidad o poca adherencia al programa de Nueva Acrópolis, considerándose algo contrario a lo que el grupo espera “la actitud de señalar con el dedo o con la lengua es estéril. Es inválida. Es inmoral. (El Bastión, nº11-1, junio 1977). De hecho, la propia organización aclara que todo aquello que contraríe a la Escuela, debe ser expulsado, porque es objeto de la influencia de “Fuerzas Oscuras”, “lo que nos es ajeno y hostil, debe ser extirpado de nuestro Cuerpo Ideológico y de nuestra Estructura como un tumor. Si no lo hacemos todo perecerá […] Si nos dejamos arrastrar por nuestros egoísmos y cegueras nos devorarán las Fuerzas Oscuras” (El Bastión, nº17-1, diciembre 1977). La fidelidad exigida recuerda a la adhesión que requieren ciertos movimientos extremistas radicales, en donde se promete que la adhesión al movimiento convertirá a sus adeptos en seres inmortales, que trascenderán toda Oscuridad y formará a hombres poderosos, “no nos asustan las crisis, ni el número nos impresiona. Somos ACROPOLITANOS; vivos, ocupamos nuestro lugar en la Tierra tratando de ayudar a quienes lo necesitan. Muertos, iremos al Cielo de los Valientes a sortearnos la oportunidad de volver a trabajar y luchar en este mundo de barro, hasta que el último de los débiles deje de serlo y hasta que el último de los fuertes se haya encontrado a Sí Mismo y derrame sobre los demás la Luz de Dios. Somos inmortales (El Bastión, nº18-1, enero 1978). Es lo que, en diversas partes de la enseñanza acropolitana, se encuentra bajo la idea de constituir una especie de súper-hombre, “ante este devenir inexorable de la Historia debemos forjar en los yunques Acropolitanos un HOMBRE NUEVO. Alguien capaz de sobrevivir al difícil mundo que le espera; alguien que sea capaz de ganarse la vida, aunque no haya empleos disponibles; que pueda pasar fronteras que estén cerradas; que sea apto para la oración, el trabajo, la lucha y la muerte; que sea casi indestructible ante otros hombres y que esa Seguridad Interior le venga de lo único seguro: DIOS. Alguien especialmente entrenado para sobrevivir en las peores condiciones, alguien en el cual se pueda confiar y cuya palabra sea inflexible y sus actos inexorables. Alguien para el cual la vida física no tenga más valor del que tiene. Alguien capaz de obedecer y de mandar. Alguien que levante el pie para no pisar inútilmente una hormiga, pero también capaz de levantar una pirámide de cabezas si el Destino lo exige. Así, hay una SOLA OPCIÓN. Como escribió hace poco un Acropolitano: DIOS O NADA”. (El Bastión, nº23-1, julio 1978). Los acropolitanos, estos nuevos superhombres, son hombres renacidos que estarán destinados a una misión de proporciones mayúsculas dentro de la Historia de la Humanidad, pese a que en la práctica Nueva Acrópolis tan sólo sea conocida por ellos mismos, “siguiendo el esquema de Platón, este mundo necesitará y generará nuevos líderes, nuevos «superhombres” que regirán los destinos… De allí la necesidad de que los Filósofos Acropolitanos se reafirmen en su condición de tales y desarrollen aptitudes prácticas… El hombre y la mujer, si logramos transformarlos en Caballeros y Damas, tendrán un protagonismo creciente… No hace falta inventar organizaciones, sino vivir la Gran Organización dada por Dios desde el comienzo… Nueva Acrópolis es una plasmación de la Fuerza del Destino; una encarnación de la Naturaleza Integral para cumplir una misión en la Nueva Historia… Sí, se alzarán nuevas murallas. Pero hemos alzado y demolido tantas murallas (El Bastión, nº 166-3, septiembre 1991)

Junto a ello, Nueva Acrópolis insiste reiteradamente en que no hay más opción que el vínculo con la organización, ya que lo contrario es caer en la Oscuridad, lo que es síntoma de “actitudes feminoides”, de forma que cualquier posible abandono es tildado de “violación psíquica”o el fruto de la “pereza” o de “fuerzas anti-acropolitanas” que llevan a que aparezcan “larvas mentales” que harán que la persona lo deje, “me han llegado noticias que, en algunos Países, mis artículos de el BASTIÓN hacen que cierto número de Miembros renuncien a ser Acropolitanos […] Si se tratase de gente externa a Nueva Acrópolis, el fenómeno no me preocuparía, pues es sabido que las actuales normas de educación e información de la juventud le han debilitado la voluntad, aumentando la fragilidad psicológica, llenándola de temores al compromiso […] Debe el Acropolitano saber acallar su Kama-manas y limpiarse de esos elementos feminoides (en el peor sentido de la palabra) que le precipitan en brazos de la animalidad subconsciente; del espíritu de fuga, del dar la espalda a la vida y el dejarse raptar por las Fuerzas Tenebrosas. Debe evitar esa suerte de violación psíquica para que no nazcan, luego, dentro de su cuerpo astral y mental, las larvas elementales que le resecarán el Alma” (El Bastión, nº 61-3, febrero 1982).

Las personas que entran en duda o se plantean no continuar, deben ser reconducidas, de tal modo que se espera que se le visite o se le llame por teléfono para volver a convencerlo para que no abandonen las clases de la Escuela, porque se considera que están perdidos, “[por lo que] yo creo que esos jóvenes son dignos de ayuda… Y estas ayudas no se pueden dar por carta; debe ser alguien que los conoció cuando eran Acropolitanos quien tenga el valor de “autoinvitarse” a la casa del conmocionado y hablarle largamente, tratando de que reaccione. Y así uno tras otro. (El Bastión, nº 61-4, febrero 1982). En este sentido, la propia organización enviará a sus adeptos a interesarse por aquellos que ya no asisten tanto o que parecen hacerse desmarcado, mostrando un falso interés con la finalidad de volver a re capturarlos para la organización. Y es que, en la práctica, no hay espacio intermedio. O uno es acropolitano o es anti-acropolitano. Y la organización pondrá en marcha las medidas necesarias para imponer sus condiciones, puesto que están completamente convencidos de su visión mesiánico-redentora de toda la Humanidad, “es urgente que me entendáis y que actuéis según ese entendimiento. De lo contrario estamos haciendo gran daño al Ideal y al Movimiento […] Si no entendéis razones, como éstas que os doy, es mi firme disposición el imponerlas a cualquier precio. El ser Miembro de Nueva Acrópolis es lo más importante de nuestras vidas. El ser Acropolitano, el más grande Honor. El trabajar correctamente en elaborar el núcleo de lo que será la sexta Subraza, la Finalidad…Si no entendéis razones, como éstas que os doy, es mi firme disposición el imponerlas a cualquier precio. El ser Miembro de Nueva Acrópolis es lo más importante de nuestras vidas. El ser Acropolitano, el más grande Honor. El trabajar correctamente en elaborar el núcleo de lo que será la sexta Subraza, la Finalidad (El Bastión, nº62-2, marzo 1982).

En este contexto de actual pandemia, Nueva Acrópolis hablará de la infodemia descrita por la OMS, como elemento central de la desinformación, remarcando la necesidad de reflexionar. La idea continúa siendo que la Escuela tiene el camino para ser auténtico y alcanzar la verdad, alejándose del ruido y la manipulación del mundo y de la desinformación de los medios de comunicación. Dentro de esa circulación de informaciones falsas o parcialmente ciertas, la organización incluirá también las críticas que se han dirigido hacia su funcionamiento a lo largo de los años. La Escuela afirma que “desde diciembre de 1980, una serie de diarios y revistas nos han agredido, haciendo de nosotros gran escarnio, mintiendo y acusándonos de cosas tan graves como el de tener campos de trabajo forzado, conexiones delictivas, desaparición de personas, lavado de cerebro, etc. […] Nueva Acrópolis, si quiere sobrevivir y crecer, debe defenderse de lo que le agreda como el cuerpo humano se defiende de los microbios que le amenazan. (El Bastión, 53-1, marzo 1981). En este contexto microbiano, se cuela la idea de la “contaminación”, que forma parte de la estructura adoctrinante de Nueva Acrópolis: “hay dos posibilidades para nuestra Humanidad contaminada y enloquecida; 1ª) Que tenga que ser destruida para dar paso a otra mejor; 2ª) Que se pueda regenerar desde adentro y alcanzar cotas de supervivencia necesarias. Nosotros, los Acropolitanos, apostamos y trabajamos por esta última… Desgraciadamente, los amos de la humanidad actual están trabajando, inconscientemente, para la primera opción… es evidente que no todos los gobernantes y administradores de nuestra civilización son seres degenerados; pero actúan frecuentemente como si lo fuesen (El Bastión, nº153-2, julio 1990). La visión que tienen de la sociedad democrática en la que vivimos es bien clara: «la pornografía se disfraza de arte; la drogadicción de libertad; al caos se le llama democracia, y homosexuales de todo tipo marchan del brazo con los salvajes comedores de las vísceras de sus enemigos para darnos lecciones de humanidad, fraternidad y bondad misericordiosa (El Bastión, nº154-3, agosto 1990). De un modo u otro, todos los impactos informativos relacionados con la pandemia, es posible que queden reunidos también dentro de este conjunto de factores relacionados con la «contaminación».

La exigencia de una dedicación creciente se acompaña, asimismo, de una progresiva negativización del mundo exterior, de tal modo que al final cualquier actividad cotidiana externa a Nueva Acrópolis es tildada de pérdida de tiempo, por lo que estipulan toda una serie de prácticas y restricciones para estar más concentrados en la tarea trascedente que les ocupa, lo que con tiempo termina por favorecer una mayor desconexión de uno mismo y de los demás, “una pregunta frecuente entre mis discípulos es la de cómo aprovechar el tiempo… Hagamos un pequeño plan… No dormir más de 6 horas diarias…No comer cosa sólida más que dos veces al día…No leer cuanto libro tonto aparezca en el mercado por el sólo hecho de tratar de un tema que nos pueda interesar… No perder tiempo en “aperitivos” ni en copas, por mantener amistades que -ya lo sabemos en nuestro Corazón- hemos dejado atrás… No dejar jamás la mente vacía. No ir al cinematógrafo más que cuando dan películas que realmente nos interesen… Olvidarse del televisor y de la radio (El Bastión, nº 63-4, mayo 1982). No hay que dedicarse o distraerse con temas externos al grupo, porque eso resta tiempo a “la lucha”, lenguaje bélico que busca fidelizar todavía más si cabe a sus adherentes en una tarea conjunta de grupo en la que deben avanzar todos en unidad como un escuadrón romano: “vemos al Acropolitano que teniendo trabajos, tareas y estudios que cumplir, y de cuya labor depende el sobrevivir filosófico de otros, se deja “hechizar” por sus trabajos y obligaciones (?) exteriores, y abandona, de golpe o paulatinamente, su puesto en nuestra lucha. Está actuando contra la Naturaleza de su Alma inmortal y contra sus Compañeros … Evidentemente, puede haber momentos especiales en que los compromisos externos, familia, carrera, etc., hagan que el Acropolitano deba faltar momentáneamente de su puesto en el Movimiento, con el debido aviso (El Bastión, nº 167-4, octubre 1991).

La concepción que el movimiento tiene de las relaciones humanas, pero más especialmente de la cuestión de género, es igualmente llamativa. Bajo un discurso caballeresco, las diferencias entre hombres y mujeres son evidentes, y se trasladan a la implicación de los mismos en el grupo, donde las mujeres estarán al servicio del caballero en todo momento, conectadas para promover la ascensión y la consecución del Ideal (hay que decir que, en la práctica, nadie sabe exactamente qué es Ideal, pero en cualquier caso siempre es inalcanzable): “el tema de la igualdad del hombre y de la mujer… En un Curso de Conducción que acabo de dar en un castillo de España, ví un ejemplo de la Naturaleza… papá y mamá golondrinas atendieron a sus hijos …La hembra se encargaba de la limpieza del nido dos veces al día… El macho defendió el nido… Todo esto nos sugiere que el comportamiento de los roles no es algo inventado por el Hombre… No podemos dejar de soñar y tratar de plasmar un mundo más bello que el que nos ha tocado vivir, en donde los negros se disfrazan de blancos y éstos se tiznan; donde frágiles damitas se enfundan rústicos pantalones vaqueros y botas de montar… hasta para dar un concierto de piano. Y donde los hombres gustan de los afeites, los masajes sedosos, las camisas “unisex”… Todo esto ha provocado el caos en el que tenemos que vivir, con sus secuelas de drogados, beodos, homosexuales y cobardes egoísmos… Tenemos que regresar al Caballero y a la Dama (El Bastión, nº154-3, agosto 1990). Son esos ideales caballerescos los que se van instaurando bajo la forma de directrices concretas en cuanto a la vestimenta o al comportamiento que se espera de sus miembros. Por ejemplo, en relación al consumo de alcohol o de las relaciones sexuales, se refieren a que «no es necesario abstenerse, sino disciplinarse… Debe el ACROPOLITANO ser astuto y no tener siempre a mano las tentaciones que le llevan a excesos. Un recurso muy práctico es no tener a la vista botellas de alcohol ni cajetillas de cigarrillos. Dormir las parejas en cuartos separados y si no se puede, en camas separadas. No ingerir mecánicamente pastillas, y, para ello, es bueno no tenerlas tampoco a la vista… El ACROPOLITANO debe ser ecuánime y autocontrolado en todos los aspectos de la vida. DEBE SER UTIL AL IDEAL» (El Bastión, nº150-2, mayo 1990). En cuanto a la vestimenta recomendada, dentro de esos cánones caballerescos, también están determinados por el grupo: «los Nuevos Filósofos, los Acropolitanos, también tienen su uniforme. En lo externo, salvo en los países muy cálidos, los caballeros, al estar en público, lo hacen vestidos de chaqueta y corbata, los zapatos limpios y barba y pelo cuidados con corrección. Las mujeres, en público, visten faldas y demás prendas que las identifican como verdaderas damas, limpias y perfumadas (El Bastión, nº147-2, diciembre 1989).

FInalmente, por ir cerrando, los acropolitanos, aparte de estar destinados a esa tarea trascendente para toda la Humanidad, no son personas de este mundo, están a otro nivel. Probablemente, sean sus propias palabras las que mejor definan la posición mental de los acropolitanos: “Nosotros trabajamos aquí pero no somos de aquí. Nosotros trabajamos en el mundo iluminándolo, dándole seguridad pero nosotros no somos del mundo, el alma no es del mundo. El alma es de naturaleza divina y trabaja en el mundo… El mundo de barro es masa y la masa no es nadie… como dijo un DN en una reunión de S hace varios años: “Esto es lo real”, hablando de un encuentro de caballeros… quizás el secreto sea, como decía el JNS, entregarnos totalmente. Cuando uno se entrega totalmente, se funde uno con el Sueño… Nuestro trabajo no termina con la muerte. Cada uno tendrá misiones que cumplir y seguiremos todos radiantes, puros, felices hasta que el karma nos llame de nuevo y tengamos que volver al mundo a poner la Luz que lo redime y hace que permanezca eternamente».