A inicios de esta semana, se rechazaba finalmente la solicitud que un sacerdote wiccano había presentado a propósito de una licitación dentro del sistema penitenciario canadiense y que se basaba en prestar servicio espiritual entre los reclusos de una prisión de British Columbia a razón de 17 horas mensuales de dedicación (una hora menos que los servicios ofrecidos a la comunidad judía de la prisión, por ejemplo). La remuneración rondaba entre los 25 mil y 50 mil dólares.
Rápidamente, la prensa canadiense se hizo eco de la solicitud wiccana, aunque la oficina del Ministerio de Salud Pública emitiera un comunicado en el que se informaba que no se firmaría ningún contrato de prestación de servicios hasta revisar bien la documentación presentada.
Entre los servicios que se incluirían para los internos figuraban el counseling pastoral, las intervenciones en crisis así como todo tipo de realización de hechizos, invocación de los dioses y diosas de la Naturaleza y otros rituales relacionados con los cuatro elementos. La propuesta también contemplaba «la enseñanza, los rituales y la meditación […] para reducir el estrés y la ira que se genera dentro de la prisión […] y también para conmemorar los días sagrados […] para poder crear una atmósfera de santuario dentro de la prisión».
Los sucesos se sucedieron rápidamente y las declaraciones fueron variadas. Inicialmente, el ministro de salud Pública de Vancouver Vic Toews, parecía menos preocupado por la naturaleza misma de los rituales wiccanos que por la posible reacción de los contribuyentes. Poco antes de ser formalmente rechazada la solicitud, la directora de comunicaciones del Ministerio de Salud Pública Julie Carmichael había indicado a la prensa que «la libertad religiosa es un valor fundamental en la sociedad canadiense […] aunque el gobierno no está convencido que todos los servicios ofrecidos a través del programa de capellanía reflejen un uso apropiado de los dólares de los contribuyentes». Pero también el portavoz del Ministerio había indicado por su parte que «si esta propuesta ha sido objeto de licitación, es que existe una necesidad […]».
La reacción entre los wiccanos no se hizo esperar. Así, por ejemplo, Pat Stawski, una sacerdotisa wiccana de Campbell River, BC, dijo estar segura que el programa «ha sido retirado debido a la oposición y a la presión dentro del gobierno […] los reclusos tienen derecho a este acompañamiento espiritual […] el problema es que la gente tiene una imagen muy negativa de la Wicca, nos lleva mucho tiempo explicar a la gente en qué consiste la Wicca para que no se piensen que somos adoradores del Diablo […] simplemente, adoramos la Naturaleza y los elementos».
Según Sam Wagar, un sacerdote wiccano de 55 años, la presencia de wiccanos dentro de las prisiones se remonta a más de dos décadas atrás; él mismo fundó una asociación congregacionista wiccana que dirige cuatro templos wiccanos en la región y que tiene autorización gubernamental para celebrar matrimonios.
En general, es difícil precisar el número exacto de seguidores de la wicca. Las cifras ofrecidas por este sacerdote wiccano tan sólo en el templo de Kimber, por ejemplo, asciende a unos 600 miembros por mail; y el pasado 2010, a propósito del Festival del Orgullo Pagano llegaron a congregarse unas 2.500 personas.
Según este mismo sacerdote, la asistencia dentro de las prisiones a seguidores wiccanos debería extenderse más allá de British Columbia: a la prisión Vancouver Island, a Kingston Ontario y a diversas instituciones de Warkworth.
Wagar indicaba antes que se vetara la licitación, que un espacio de culto wicca dentro de la prisión debería contemplar la presencia del pentáculo, salvia y velas, «aunque seguramente otros materiales no podrían ser introducidos en la prisión por razones de seguridad […]». Los rituales se realizarían en los días de festividad wicca, tales como el Sanheim o el Beltane u otras. De acuerdo con este sacerdote wiccano, se escogería a un candidato que realizaría las diversas ceremonias rituales, iniciándose la ceremonia con la limpiza de la «energía negativa», siendo invitados los presos a participar y el sacerdote wiccano invocando a los dioses y diosas.