Un reciente reportaje de la CBC, «Scientology: The Ex Files«, pone en evidencia a Scientology a través del testimonio de varios ex miembros de alto nivel que describen a la iglesia como «una religión secreta de extrema crueldad, que una forma de trabajo esclavista y con unas exigencias financieras desorbitadas».

Joe Reachie, ex miembro de la organización, afirma en el reportaje que «quizá haya una filosofía religiosa tras Scientology, pero en cualquier caso es puro negocio». Joe Reachie entró en la organización a los 19 años, ascendiendo rápidamente por el Puente hacia la Libertad Total, con un sinfín de cursos que iban creciendo en cuanto a su coste económico, llegando a pagar 235.000 dólares; cuando empezó a cuestionar alguno de los fundamentos del grupo, fue expulsado y «desconectado» de su familia y sus hijos por «supresivo».

Hubbard tuvo numerosos problemas con las autoridades y una ex miembro de aquella época, Hana, describe así las condiciones a bordo de la Organización del Mar: «abominables». Y los castigos por transgredir reglas de Scientology eran igualmente severos; según recuerda Hana en este reportaje, «las personas eran arojadas por la borda con los pies atados y los ojos vendados».

La cultura de disciplina extrema y obediencia ciega continuó tras la muerte del fundador en 1986. Joe describe cómo en una ocasión se le envió a un «retiro religioso» para que recapacitara sobre sus dudas «pero aquello no era más que un campo de esclavos», dado que el trabajo era continuado y extenuante. Representates de la iglesia aseguran que «a las personas que tienen dudas, se les invita a participar de modo voluntario en un período de reflexión, retiro y redención»; con respecto a la política de «desconexión» de Scientology, sus representantes aseguran que «cualquier iglesia tiene el derecho a no aceptar a determinadas personas».

En los últimos años, los ex miembros de Scientology que están hablando públicamente han ido en aumento. Muchos de ellos se refieren a que están siendo espiados por detectives privados al denunciar públicamente ciertos abusos dentro de la iglesia. Claire, otra ex miembro que a los 16 años pasó a ser miembro de la Organización del Mar -ganando 22 dólares a la semana y debiendo dormir en una silla- asegura en el mencionado reportaje que su demanda legal incluye «tráfico de personas,violaciones de derechos laborales y que se le forzó a abortar»; según su testimonio, cuando quedó en estado de su marido, la iglesia le dijo «te preguntarán si deseas abortar. Debes decir sí». La iglesia, por su parte, niega cualquiera de estos extremos.