Chinmoy Kumar Ghose, más conocido como Sri Chinmoy (1931 – 2007), fue un maestro espiritual bengalí que enseñó meditación en Occidente después de trasladarse a la ciudad de Nueva York en el 1964. Allí, Chinmoy establecería su primer centro de meditación en Queens, logrando atraer a miles de estudiantes en 60 países. Autoproclamado gurú, prolífico autor, artista, poeta y músico, desarrolló también diferentes eventos públicos (conciertos, meditaciones sobre el tema de la paz interior). Chinmoy también abogó por la práctica atlética como una vía para alcanzar la iluminación espiritual, incluyendo las carreras de fondo, natación y levantamiento de pesas.

Evitó describir sus enseñanzas como una religión, a la vez que siempre se desmarcó de las afirmaciones conforme ejercía un control divino sobre sus seguidores. Pero llevó a cabo numerosas actividades destinadas a alimentar su egolatría y el hambre por la fama. Tras su muerte, sus seguidores siguen vendiendo diversos eventos, libros e iniciativas en empresas, de modo que continúan deificando a su gurú, mientras que los medios de comunicación siguen mostrando una falta de escepticismo o crítica llamativas. Los esfuerzos por unas cuidadas relaciones públicas, ha borrado cualquier rastro de las víctimas.

Celia Corona-Doran recuerda que «Chinmoy me dijo en una actividad que me desnudara y mantuviera sexo lésbico con otra compañera, «Suchatula», su nombre de grupo, asistía por aquel entonces al centro de meditación Sri Chinmoy, que ofrecía clases de meditación gratuitas y eventos culturales variados, con el objetivo de «elevar el espíritu humano», según su sitio web. Corona-Duran se pasó toda su vida adulta vinculada al grupo, se sentía obligada por su gurú a mantener «una entrega total». Cuando Sri Chinmoy le pidió eso, se le generó tal conflicto que no pudo seguir creyendo, se negó a realizarlo, siendo «perdonada» a la vez que considerada culpable, abandonando la familia Chinmoy definitivamente a sus cuarenta años, a la deriva a su salida del grupo el pasado año 2009.

Esta invitación sexual se daba en el contexto doctrinal de Chinmoy, que predicaba la abstinencia sexual total, yendo tan lejos como para castigar a las discípulas que quedaban embarazadas. Según el testimonio de Corona-Doran, cada vez que encontraba a un hombre atactivo, ella se sentía culpable. Chinmoy entrenaba a sus seguidores para obedecer, con una clara injerencia durante años en asuntos personales o profesionales, o designando las mejores parejas para contraer un matrimonio. Según aquellos que vivieron de cerca el movimento, incluso aún casados, a algunos se les exigía continuar manteniéndose abstinentes.

Jayanti Tamm, sin duda uno de los discípulos más directos de Chinmoy, escribió un libro de memorias de su vida en el grupo, titulado » Cartwheels in a Sari: A Memoir of Growing Up Cult « . Habiendo nacido en el seno del movimiento, lo abandonó a la edad de 25. Ahora Tamm, un hombre de 43 años, vive una vida normal, en New Jersey, pero la lectura del libro de Tamm muestra a los niños tratados con malicia y crueldad, envueltas en un pretexto espiritual de carácter coercitivo.

La búsqueda más básica de Google devuelve una larga lista de controversias en torno a Chinmoy, a la vez que grupos de apoyo post-secta con exmiembros que tienen toda clase de historias de abuso. Pero en tan sólo en el lapso de dos semanas, dos de los más prestigiosos periódicos de Estados Unidos han elogiado Chinmoy o grupos vinculados, por ejemplo Su legado espiritual perdura en la alimentación saludable 25 de abril y Los corredores de carreras para la Iluminación en las Ultra Maratones inspiradas por el gurú hindú. Sin embargo, recientemente un periodista de The Salon, siguiendo a lo que hace unos años publicara The Forbes, se preguntaba cómo es posible que a la luz de todas estas controversias en relación a Chinmoy, continúen publicándose artículos periodísticos tan poco críticos sobre Chinmoy.

Preguntando de la mano de la exmiembro Corona-Doran, la respuesta desde The New York Times fue que «no tenemos ni idea de si estos cargos, u otros similares, son verdaderos. Y Chinmoy ha muerto, lo que hace que sea difícil de investigar esta cuestión de manera concluyente, o suficientemente. Mi columna trataba en realidad de seguidores que dirigen restaurantes vegetarianos, no tanto del hombre mismo…».

Una respuesta elusiva, y aunque Corona-Doran dejó algún comentario en el blog del periódico, Tamm no consideraba que tuviera efecto alguno. Las heridas continúan abiertas. Desde que Corona-Doran lo dejó, «cuánto más tiempo pasa, más historias horribles sobre el sexo llego a escuchar. La teoría que había detrás del centro podía estar muy bien, pero lo que hay en realidad por detrás es otra cosa. El centro sabe la verdad. Pero simplemente no les importa que haya personas afectadas».