Según datos ofrecidos recientemente por la Dirección General de la Concurrencia, del Consumo y de la Represión del Fraude (DGCCRF), se estima que en Francia pudo obtenerse un ingreso de unos 3,2 millones de euros en el pasado 2007 en servicios relacionados con la videncia, repartidos entre un amplio elenco de más de 50.000 practicantes de la astrología y diversas «mancias». Asimismo, estiman que la progresión anual de crecimiento del sector en el país rondaría en un 10%.
En consonancia, los servicios de soporte a estos practicantes (números de telefonía especiales, sitios de Internet específicos, mensajería instantánea, etc.) se han multiplicado en los últimos años en un panorama de escasa regulación legal.
El profesor de psiquiatría en la UFR de la Universidad parís VII, Michel Lejoyeux, manifestó recientemente en una entrevista concedida a Le Monde, que la videncia «propone una suerte de terapia clandestina». De la misma opinión es el psicoanalista Jean Sandretto; para ambos, la videncia se enmarca dentro del dominio de la superstición y el pensamiento mágico, bajo la convicción de la existencia en una fuerza superior que determinaría todas nuestras acciones.
La expansión de estas prácticas es tal en nuestro país vecino, que a tal efecto se constituyó en 1987 el Instituto Nacional de Artes Adivinatorias (INAD). La iniciativa fue impulsada por el médium Youcef Sissaoui, junto con Jacques Bonnaud, Francis Clément, así como los abogados Alain Stutz y Michel Dughet.
Sus objetivos pasan por la información y ayuda a aquellos consumidores de tales servicios que resultaron perjudicados por diversos fraudes o estafas. No obstante, también propugna un registro de «profesionales» del sector, que de hecho va más allá de las artes adivinatorias: mediumnismo, magnetismo, parapsicología, ocultismo, etc.
En este sentido, la INAD presentó en el 2007 una propuesta para regular «la profesión de adivino», que fue contestada por la Asociación Francesa para la Información Científica (AFIS), para quienes la simple existencia de una entidad que abogue por la defensa de la práctica ética de la «profesión» de adivino como hace la INAD, parecería garantizar la existencia de algún fundamento de tales prácticas.
De hecho, la AFIS propone más bien que tales se reactive la prohibición de estas prácticas tal y como recogía el antiguo Código Penal Francés, figura penal que desaparecería con el nuevo Código de 1994. Esta normativa respetaría la libertad de practicar tales «artes adivinatorias» dentro de los límites del orden público, a la vez que impediría que se desarrollaran como si se tratara de una profesión (es decir, con ingresos económicos).