La práctica del mindfulness ha proliferado en los últimos años como una modalidad de terapia cognitiva. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Oxford, la práctica de esta técnica de meditación podría reducir las recaídas en la depresión en un 44%, es decir, que según estos investigadores podría llegar a resultar tan efectiva como los antidepresivos.
Sin embargo, y según recoge The Guardian, algunos psiquiatras han empezado a advertir de posibles efectos adversos derivados de la práctica del mindfulness. Estas advertencias no provienen precisamente de los críticos de la atención plena y consciente, sino más bien de aquellos que la promueven como una técnica coadyuvante beneficiosa.La evidencia de tales efectos adversos se encuentra también entre aquellos profesionales que se presentan como expertos en mindfulness en el mismo Sistema Nacional de Salud del Reino Unido, a la par que de los numerosos maestros autoproclamados que promueven indiscriminadamente tales prácticas meditativas.
El psiquiatra Florian Ruths, consultor en el hospital Maudsley del sur de Londres, ha puesto en marcha un estudio sobre las reacciones adversas a la terapia cognitiva basada en el mindfulness, en donde se reportan reacciones de despersonalización por parte de practicantes que describen sensaciones en las que se sienten viéndose a sí mismos como en una película.
De acuerdo con este psiquiatra, «hay un creciente entusiasmo por las terapias basadas en mindfulness y aunque pueden resultar intervenciones muy potentes […] al mismo tiempo conviene advertir que pueden tener efectos secundarios negativos». El especialista indica que estas técnicas se promueven para pacientes con patologías importantes, por lo que resulta esencial que los practicantes de estas técnicas tengan conocimientos precisos sobre salud mental.
Esta investigación sigue la línea del Proyecto «La Noche Oscura» de la Universidad Brown de los Estados Unidos, en donde se ha indicado que algunos practicantes de meditación budista se han visto invadidos de recuerdos traumáticos que desbordan su capacidad de integración. El investigador al cargo de este proyecto, el profesor Willoughby Britton, ha señalado justamente que entre estas reacciones «aparecen trastornos cognitivos, perceptivos y sensoriales […] que han repercutido en el propio sentido del yo y un deterioro secundario en las relaciones sociales». El monje budista Shinzen Young ha descrito el fenómeno de «la noche oscura» como «un insight irreversible conducente al vacío», añadiendo que tales fenómenos constituyen el «lado maléfico de la iluminación»
Los promotores del mindfulness sostienen que este tipo de reacciones adversas extremas son raras y que quizá pudieran presentarse entre aquellos practicantes que siguen períodos prolongados de meditación en retiros de silencio.
En cualquier caso, estos trabajos vienen a introducir un elemento crítico en toda la avalancha de publicidad que insiste en los enormes beneficios del mindfulness.Y es que la terapia cognitiva basada en mindfulness se enseña en programas formativos de ocho semanas y en cursos rápidos de pocos fines de semana. Algunos practicantes indican que sus cursos se llenan con mucha rapidez de clientes, abogando nuevamente por sus supuestos beneficios potenciales pero sin mayor discriminación entre sus clientes.
La práctica del mindfulness se está extendiendo rápidamente por escuelas, hospitales e incluso las oficinas bancarias. La aplicación de meditación Headspace cuenta ya con 523.000 usuarios tan sólo en el Reino Unido, un aumento espectacular en tan sólo doce meses.
Los profesionales de la salud empiezan a mostrar ya su preocupación acerca de las deficiencias en la formación de esta técnica y algunas fuentes han informado a The Guardian que desde órganos gestores del Sistema Nacional de Salud se ha solicitado que algunos profesionales introduzcan el mindfulness tras un curso de tan sólo ocho semanas.
La Universidad de Exeter ha puesto en marcha una investigación sobre el modo en que los 43 centros del Sistema Nacional de Salud del Reino Unido se está implementando esta técnica de intervención. Marie Johansson, responsable del Centro de Mindfulness de la Universidad de Oxford, ha remarcado la necesidad de una adecuada formación de al menos un año para que los profesionales puedan enseñar el mindfulness, ya que de lo contrario podrían promover la emergencia de experiencias muy dolorosas en sus pacientes sin suficiente integración. En sus palabras, para beneficiarse de esta técnica «tienes que ser razonablemente estable […] el dirigir la atención hacia lo que está sucediendo en tu cuerpo y en tu mente es algo completamente nuevo […] puede dar lugar a descubrir patrones y modos de hacer que no son saludables, pero la emergencia de todos esos recuerdos y sensaciones puede llegar a ser difícil de procesar […]».
Las principales organizaciones de enseñanza del mindfulness, incluyendo las universidades de Oxford, Bangor y Exeter, están considerando ya la necesidad de establecer un registro de los directores de los cursos que cumplen con las directrices de buenas prácticas profesionales. Lo que plantean es que al menos reciban una formación de un año y estén bajo control sanitario, pero algunos practicantes budistas se oponen a tal regulación argumentando que no es regulable una práctica arraigada en una religión.