La Fundación El Refugio Francia, que acoge a los jóvenes entre 14 y 25 años LGBT+ y les ayuda a encontrar alojamiento cuando son rechazados por sus familias, se encuentra en medio de una profunda transformación, tras una gestión errática y abusiva durante años que ha llevado a la deriva a la organización. El Refugio Francia empezó funcionando como asociación el pasado 2003, impulsada por Nicolas Noguier y su compañero, Frédéric Gal, quien ha sido Director General desde 2010. La Fundación dispone de unas veinte delegaciones alrededor de Francia. Es también miembro fundador de la Red Europea Le Refuge, junto con otras asociaciones análogas de Italia, Bélgica, Suiza y España.
La polémica desatada en torno a las prácticas de El Refugio Francia se remonta el pasado 15 de diciembre, cuando aparece un artículo en Mediapert. Durante varios meses, los periodistas David Perrotin y Youen Tanguy, recogieron los testimonios de cerca de cincuenta personas que conocían la estructura del Refugio, entre ellos 16 empleados, delegados y trabajadores sociales, 23 voluntarios y 8 jóvenes alojados. Fruto de este trabajo de recogida de testimonios, publicaron una investigación periodística donde criticaban duramente el funcionamiento de la Fundación y, en particular, hacia la pareja de impulsores del proyecto El Refugio.
La investigación realizada de la dinámica interna de la Fundación ha evidenciado «una gestión basada en el miedo hacia los empleados y voluntarios”, quienes expresaron haber sido «desgastados», «aplastados» y/o «humillados» por una dirección que «debía ser adulada continuamente». De hecho, aproximadamente un centenar de personas, entre voluntarios y personal, habrían denunciado insultos, presiones y amenazas, comparando el funcionamiento de la Fundación al de una deriva sectaria en donde cualquier desacuerdo con la Dirección era castigado a través de una exclusión arbitraria por motivos absurdos, sin tener en cuenta el impacto de tales decisiones sobre la población vulnerable con la que trabajan. Uno de los empleados entrevistados indicaba que «al confiar a los vulnerables y en riesgo de exclusión social a voluntarios que no conocemos y con los que rara vez o nunca nos hemos encontrado, que ni han sido formados por El Refugio ni han sido escogidos por sus conocimientos profesionales o personales […] ponemos en peligro estos los jóvenes».
Varios voluntarios entrevistados por Mediapart, indicaron que se trataba al presidente Nicolás Noguier como “papá» y que, frecuentemente, éste daba «abrazos» a los jóvenes. Un delegado describió este comportamiento como «no sexual, si bien era demasiado de contacto, jugaba con ellos por todas partes, no era sano…a la vez que hacía que los voluntarios se sintieran incómodos». Las manifestaciones afectivas directas fueron reconocidas por Nicolas Noguier, quien sostuvo que «asumimos el lado afectivo y de los abrazos. Porque los jóvenes lo necesitan para reconstruirse».
Por otra parte, una docena de testigos también describieron que tuvieron que poner límites a los avances de Frédéric Gal. Una de las personas entrevistadas dijo que «en una ocasión, después de una cena de trabajo, se ofreció a subir a mi habitación. Yo me negué. Fue una continuación de un juego de seducción permanente. Puede darte con el pie en el restaurante o darte masajes”. Según el reportaje publicado en diciembre, el presidente fue objeto también de una reclamación en 2007 tras haber enviado SMS insistente a un particular, aunque el presidente del Refugio se defendió afirmando que «no era ni una joven de la asociación, ni una menor de edad. Tenía unos veinte años”. Varias mujeres también denunciaron haber sido víctimas de acoso sexual, incluso una de ellas denunciaba un hecho que podría calificarse de agresión sexual directamente. Otros testimonios recogidos en el artículo indicaban que “trabajamos tanto bajo una tensión continua y con el miedo constante de recibir reproches por parte de Nicolas o Frédéric, de tal forma que podíamos llegar a desatender [el] apoyo [a los jóvenes]”.
Otros testimonios recogidos por Liberation, remarcaron “una importante influencia por parte de esta pareja” (Nicolas Noguier y Frédéric Gal), para quien “había que vivir por y para la asociación”. Otros testimonios habrían hablado de «una especie de dominio de esta pareja sobre los demás». Entre los testimonios recogidos, se remarcaba que “tienes que adular a Nicolas para recibir cumplidos a cambio. Pero al minuto siguiente, podíamos tener humillaciones, presiones e insultos”. Fueron diversos los testimonios que describieron el funcionamiento interno del Refugio como si de una deriva sectaria se tratara. Al mismo tiempo, denunciaron “condiciones laborales muy difíciles”, como una delegada que aseguró trabajar hasta 39 horas semanales extras, además de su trabajo. Otro empleado describió «haber recibido unos cien correos electrónicos al día con la obligación de responderlos en cuarenta y ocho horas».
Las personas entrevistadas por Mediapart también acusaron a la Fundación de negarse a utilizar el dinero que recibían para la formación. Con una red constituida por unos 450 voluntarios que se reparten entre sus 20 delegaciones, el número de personas contratadas es tan sólo de 27 (10 de las cuales se contrataron el pasado 2019), lo que evidencia la falta de profesionales cualificados que puedan llegar a dar ayuda efectiva a los 8.000 jóvenes que atienden. De acuerdo a los resultados del año 2019, la Fundación habría recibido unos tres millones de euros en donaciones y subvenciones. El balance presentaba un superávit de más de 800.000 euros y el flow ascendía a 2 millones de euros. Los costes de comunicación ascendieron a 237.000 euros en 2019. Según Mediapart, de los 3,3 millones recaudados este año, tan solo el 46,8% se destinaron a cumplir la misión social del Refugio Francia. Esta gestión financiera hizo que el propio Ayuntamiento de París llevara a cabo una investigación con respecto a la economía de la Fundación.
Las denuncias por la poca transparencia financiera, se extendieron también a otros terrenos. Un delegado describió haber falsificado una solicitud de subvención para pagar consultas con psicólogos que nunca se habrían realizado. Otros entrevistados indicaron que la asociación pedía un alquiler mínimo de 30€ a los jóvenes, cuando son jóvenes sin recursos. Según testigos recogidos por Mediapart, algunos jóvenes se habrían prostituido para pagar estos alquileres.
La Delegación Interministerial de Lucha contra el Racismo, el Antisemitismo y el Odio Anti-LGBT (DILCRAH) también reaccionó ante la investigación periodística. Frédéric Potier, delegado interministerial, escribió una carta oficial al Refugio el pasado 17 de diciembre, pidiéndoles que aclararan estas acusaciones aparecidas en este medio francés. Y, debido al debate que se suscitó, tanto Nicolas Noguier, presidente de la fundación El Refugio, como su gerente Frédéric Gal, anunciaron en un comunicado de prensa difundido el lunes 21 de diciembre que se retirarían de sus funciones temporalmente hasta que se realizara una auditoría externa independiente.
Esta no es la primera vez que salían a la luz disfunciones relacionadas con el funcionamiento del Refugio. En noviembre de 2014, otro reportaje periodístico publicado por Rue89 , mostró «la vergonzosa trastienda” de la fundación El Refugio y, en particular, las viviendas destartaladas que se ofrecían a los jóvenes LGBT+ que acudían a la fundación. Ya meses antes, en febrero de ese mismo año, una decena de jóvenes acogidos por la fundación fueron expulsados por el hecho de haber criticado al Refugio en sus páginas de Facebook. Uno de ellos indicaba en su muro de Facebook “nos encontramos con […] problema de graves conflictos entre voluntarios y jóvenes, abuso de poder, peligro alimentario y sanitario, drogas […] y, el director del Refugio Toulouse, hizo entender a tres jóvenes, incluyéndome claramente, que si hablo es probable que me expulsen». Las expulsiones fueron, sobretodo, justificadas como «jóvenes conflictivos», si bien la mayoría de ellas tenían que ver con críticas a las dietas insuficientes y caducadas en muchas ocasiones del Refugio; un joven que había estado acogido en 2013, indicaba que “solo se nos permitía una comida al día, de lo contrario teníamos que arreglárnoslas solos». Otros jóvenes acogidos indicaban lo mismo, “sucede de vez en cuando…pero realmente no puedes quejarte, de lo contrario te arriesgas a perderlo todo”. En aquella ocasión, otros dos jóvenes excluidos también denunciaron abusos cometidos por voluntarios que al parecer les pedían drogas a los jóvenes acogidos por El Refugio. Pero aún más grave, cuatro jóvenes aseguraron que un voluntario previamente condenado por abuso de menores había ido a trabajar a El Refugio; la dirección argumentó en este caso que «solo dirigió un proyecto con nosotros. Conocemos la denuncia que se presentó en su contra, pero no sucedió en El Refugio», aunque se publicaron documentos en donde se comprobaba que tal persona había colaborado como voluntario regular en contacto con los jóvenes.
En esos años, El Refugio encargó un estudio para acallar las incipientes denuncias a ciertos funcionamientos de la fundación, aunque el estudio en cuestión indignó sobremanera a diversas organizaciones debido a que no fue más que un estudio de su marca para ofrecer una imagen positiva de su fundación. En este estudio que encargaron, lo que se subrayaba es que en comparación con otras dos entidades dedicadas a la ayuda de jóvenes LGTB+, El Refugio era mucho mejor percibida y que, por tanto, eran los idóneos para llevar a cabo esa tarea.
En 2017, un engaño homofóbico transmitido en un programa de televisión llevó a que se cursara una denuncia por difamaciones contra Nicolás Noguier, quien sostuvo que uno de los jóvenes víctimas del engaño había sido reconocido y rechazado en su familia, cuando esta víctima nunca existió, a sabiendas de la dirección del Refugio, sin dar marcha atrás en la mentira.
En 2018, estalló otro escándalo cuando se descubrieron fotos desnudas de una joven alojada en uno de sus centros, lo que llevó a varios miembros de la delegación parisina a abandonar El Refugio meses después. Un empleado habría decidido entonces alertar a la Dirección General de Trabajo el pasado 6 de agosto de 2020, con un correo electrónico dirigido a Mediapart en el que aseguraba haber tenido conocimiento «de una situación muy preocupante…esta fundación tiene prácticas particularmente dudosas y, a veces, claramente ilegales” , escribió. Pero añadía en su mail que se había creado una atmósfera en donde reinaba una importante presión interna, “junto con manipulaciones y amenazas que todos sufrimos por parte del Consejero Delegado y del Presidente, han llevado a que nadie parezca haberse atrevido a hablar durante varios años sobre estas disfunciones que habitualmente afectan a la dignidad de las personas». En su correo este empleado describía también situaciones de «acoso moral a empleados y voluntarios» , «trabajo oculto» y casos de «manipulación que se asemeja a la que se ve en las derivas sectarias».
El pasado 2 de noviembre de 2020, nueve voluntarios de la delegación de Vaucluse, que fueron a los Tribunales tras su exclusión, obtuvieron la condena de El Refugio a pagar la suma de 1000 € a cada uno de ellos en concepto de indemnización por daño moral resultante de su exclusión.
Ahora, con la auditoría independiente, se han visto obligados finalmente a dimitir de sus posiciones directivas y gerenciales respectivamente. La organización, en un comunicado de prensa, ha indicado que toma nota de la dimisión, aunque al mismo tiempo, su Patronato «agradece la acción de aquél [Nicolas Noguier] sin quien la Fundación nunca podría haber existido, y simbólicamente, le ofrece un puesto de Presidente-Fundador (no ejecutivo), si lo acepta».
La reciente auditoría independiente y gratuita, realizada por la compañía Boston Consulting Gorup, y publicada el pasado jueves, describe en sus casi cuarenta páginas “disfunciones estructurales […] que requieren una reacción contundente y urgente”. En particular, describe un “funcionamiento totalmente artesanal”, basado en “comunicaciones informales, relaciones de amiguismo y la concentración de la toma de decisiones en unos pocos escogidos”. Para la obtención de los datos, se han recogido más de 1.400 respuestas de personas que han dado testimonio a través de un cuestionario en línea; además, realizaron 150 entrevistas. La auditoría ha evidenciado también «un clima de desconfianza y de importante malestar en el trabajo de una parte importante de los miembros de la asociación». De hecho, el 52% de los empleados encuestados «consideraron que su carga de trabajo no era sostenible» y el 60% «describió no estar contentos en el trabajo». El informe también cuestiona la comunicación de la asociación: más de una cuarta parte de los jóvenes entrevistados «afirmaron que era práctica habitual que no se solicitara su consentimiento para utilizar su imagen en las redes sociales». El informe de la auditoría concluye que todas estas disfunciones se alargaron durante varios años, generando un importante desgaste emocional entre sus colaboradores y trabajadores.