Según recogía un reportaje publicado en Der Sonntag, cuatro ex empleadas suizas de la cadena de supermercados LIDL han denunciado públicamente a la empresa por maniobras más cercanas al «lavado de cerebro» y un funcionamiento más propio de una secta antes que de una empresa.

El actual escándalo en torno a LIDL, viene antecedido de otro que surgió el año pasado cuando un correo interno del gerente Andreas Pohl sobre las dificultades de expansión de la empresa en Suiza salió a la luz; fue entonces cuando este responsable de LIDL reunió a los trabajadores y les espetó «vaya, parece que tenemos una sanguijuela entre nosotros […] y esta sanguijuela nos quiere chupar la sangre […] tened presente que la encontraremos y nos ayudaréis a encontrarla». No obstante, Pohl abandonaría poco después la empresa.

En esta ocasión, la antiguas empleadas -que prefieren permanecer en el anonimato- han descrito su experiencia en LIDL, describiéndola como basada en métodos de presión de los trabajadores y un sistema de ventas basado en la paranoia y la codicia. Alguna de estas antiguas empleadas describe cómo tras tres años de trabajo interminable en LIDL, sufren pesadillas por las noches y no se sienten emocionalmente preparadas para entrar en un nuevo trabajo por el temor que les ha quedado en el cuerpo. Las antiguas empleadas describen, asimismo, jornadas agotadoras y exigencias de fidelidad a la empresa desmedidas.

Estas mujeres han descrito, igualmente, un control del comportamiento de los trabajadores: fidelidad hacia la marca por encima de todo, nada de temas privados en horas de trabajo, nada de conversaciones telefónicas, etc. Algunas refieren haber sido «espiadas» por otros trabajadores, para de este modo reportar a sus jefes alguna «falta» desde el punto de vista de la empresa (p.ej., haber salido con otros compañeros por la noche a tomar una cerveza).

Los empleados deben vestir con tonos más bien oscuros, tampoco pueden tener objetos personales en el trabajo, mucho menos hablar de temas familiares o personales. En los teléfonos de la empresa, no figuran los nombres de los empleados, tan sólo su función. El sistema de LIDL es definido como un sistema perfecto, de modo que si algo falla, siempre se encuentra a un trabajador que seguramente «hizo algo mal».

Estas antiguas trabajadoras han indicado que cuando se recibe alguna visita de inspección, todos los trabajadores deben cuidar su presentación y ofrecer su cara más amable y simpática y los responsables se encargan de cuidar hasta el mínimo detalle para ofrecer una buena imagen. En palabras de alguna de ellas, «la cultura de empresa de LIDL se aleja mucho de una moderna compañía de ventas, se acerca más a un tipo de entrenamiento casi militar».

Y es que la jerarquía es un aspecto esencial en el sistema de LIDL, como se ve por los bonus que ofrecen a sus responsables (coches de mayor o menor categoría en función del estatus alcanzado dentro de la empresa, por ejemplo). Según la experiencia de estas trabajadoras, «al principio, todo iba bien […] el proyecto nos motivaba, no nos importaba hacer horas extras […] pero cuando no se alcanzaron los objetivos marcados por la tienda, entonces empezaron a aparecer los problemas».

Como muchos trabajadores abandonaban o simplemente se reducía la plantilla, de los equipos iniciales constituidos por cinco o seis personas, quizá quedaban finalmente en tienda dos personas, sobre las cuales recaía todavía más presión. Alguna de ella refiere haber tenido que cancelar visitas médicas porque el responsable de tienda le había indicado que tenía que trabajar al día siguiente o en festivos.

Estas antiguas empleadas recuerdan que el lema siempre era «tú no estás aqui para pensar, sino para trabajar».