Hace escasos días terminó en Madrid la exposición lanzada por la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos (CCDH) bajo el título «Psiquiatría: ¿salud o muerte en vida?», que incluyó algunos carteles por los metros de Madrid y un punto de exposición pública en donde ofrecieron sus «materiales informativos» sobre medicación psiquiátrica, la psiquiatría, la psicología o el psicoanálisis con títulos como «Drogando a los niños», «Seudociencia», «El engaño psiquiátrico», «El fraude de la rehabilitación» o la «Brutal realidad». Tanto en su propia web como en su página promocional de Facebook puede verse claramente la vinculación con Scientology; en esta última, podemos ver justamente al presidente de Scientology España inagurando la ceremonia.
De acuerdo a sus enunciados, la CCDH fue establecida para “investigar y exponer las violaciones de los derechos humanos por parte de los psiquiatras y para despojar de intervenciones nocivas el campo de la salud mental […] Scientology no abraza o apoya la Psicología, la Psiquiatría ni la Psicoterapia ni ninguna de sus ramificaciones”. Los miembros de este comité se autodenominan los “psicodestructores”. Se presentan como defensores de los derechos humanos y denunciantes de la “brutalidad clínica” en salud mental, avalándose con el reconocimiento del recientemente fallecido Thomas Szasz como cofundador de la CCDH, aunque éste se retractara del apoyo a Scientology años más tarde.
De hecho, la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos -una organización no lucrativa declarada de utilidad pública en España– fue creada según su propia publicidad «reconociendo la necesidad de eliminar las prácticas psiquiátricas destructivas […] en 1969, con el propósito de limpiar por compleo el campo de la salud mental». Denuncia en general los “abusos de derechos humanos”, lo que no deja de ser paradójico si tenemos en cuenta las innumerables reclamaciones y denuncias que ha recibido Scientology precisamente por la violación de los mismos. Reconocida como religión desde hace unos pocos años en nuestro país, es sin duda la «religión» que mayor número de demandas judiciales en su contra ha llegado a acumular teniendo en cuenta los años de existencia del grupo en relación a confesiones religiosas respetables.
Diversos trabajos de investigación desde el campo de la sociología han descrito en detalle los así llamados “programas de rehabilitación” (RPF) establecidos en enero de 1974 y basados en un trabajo físico extenuante, confesiones forzadas y un intenso readoctrinamiento de todos aquellos miembros de la élite de Scientology «que lo necesitan»; según Scientology, para “funcionar mejor dentro de la Iglesia”, mientras que los críticos destacan que se trata de campos de trabajo forzado y de re-adoctrinamiento para miembros que tienen problemas o se plantean abandonar la organización.
El argumento esencial es siempre el mismo: los profesionales de la salud mental habrían fracasado en la erradicación de los males de la sociedad, y no sólo eso, sino que habrían sido la principal causa del aumento del crimen, el consumo de drogas, los suicidios, etc. Es más, de acuerdo a la CCDH, la causa principal del problema de la drogadicción en el mundo sería el psiquiatra, en tanto que administrador de fármacos que ya no serían administrados para la mejora del paciente sino para su control y dominio. Y según la organización, la psiquiatría habría puesto en marcha un plan estratégico para llegar a “infiltrarse y conquistar cuatro campos: la medicina, la religión, la educación y la ley”.
Extendida por una veintena o más de países, sus actividades son diversas, como asistir regularmente a los congresos de la Asociación Americana de Psiquiatría con pancartas donde puede leerse “la Psiquiatría mata” o “la Psiquiatría es un lavado de cerebro”, manifestaciones regulares ante hospitales o centros de salud mental y también proponer acciones más específicas en contra de profesionales y compañías farmacéuticas (v.g, campañas contra el Prozac, el Ritalin, electroshock, etc.). No obstante todo el ruido que llegan a realizar con sus manifestaciones y demás, raramente la CCDH ha descubierto alguna situación real de prácticas psiquiátricas cuestionables, exceptuando la situación de denuncia de terapias de sedación en el Hospital de Chelmsford de Sydney (Australia) en 1978.
Otras campañas llevadas a cabo por Scientology y voluntarios de la CCHR han sido notorias más bien por el engaño ejercido por el mismo grupo, como el pasado 11 de septiembre, cuando tras el ataque al WTC de Nueva York miembros de la organización pusieron en marcha teléfonos de asistencia bajo el nombre National Mental Health Assistance -confundiendo así a los ciudadanos con la National Mental Health Association- y enviando a las personas que llamaban traumatizadas a centros vinculados a Scientology; también se mezclaron entre los que fueron a ayudar, llevando sus camisetas amarillas de Ministros Voluntarios para poder atraer a personas en situación de máxima vulnerabilidad.