Eso es lo que se preguntaban recientemente en un reportaje aparecido en The Atlantic, además de si por ese hecho deberían estar preocupados los padres. Porque, a la hora de escoger un colegio, ¿escogería usted uno en donde los muñecos no tienen rostro definido o los juguetes habituales son conos de pino? ¿O bien un colegio en el que su hijo no empezara a leer con soltura hasta los 9 o 10 años? ¿O quizá escogería una escuela en donde los niños cantaran diariamente himnos al «espíritu»?.

Pues atendiendo a las familias que llevan a sus hijos en ciertas escuelas Waldorf de los EE.UU., resulta que una parte importante de los niños que asisten son hijos de profesionales de trabajos exitosos, muchos de ellos de empresas informáticas como Apple, Yahoo, Google o Hewlett-Packard. Y esto no deja de ser llamativo teniendo en cuenta que uno de los principios rectores de las escuelas Waldorf es el no empleo de tecnologías en su sistema pedagógico.

Las escuelas Waldorf empezaron a extenderse por los Estados Unidos a partir de 1928 y han tenido a algunos personajes famosos llevando a sus hijos a sus escuelas: Paul Newman, Joe Namath, John DeLorean, y Mikhail Baryshnikov, Victor Navasky (editor de The Nation) o Ken Chenault (presidente de American Express).

Conocido como un sistema pedagógico alternativo, menos conocidos son sus orígenes y fundamento esotérico. A partir del viraje de Rudolf Steiner hacia la Teosofía a inicios de 1900, se convierte en un ferviente alumno del esoterismo de Blavatsky para más tarde formar su propia escuela. Si bien la mayoría de los esoteristas de la época estaban entonces más interesados en contactar con los espíritus de los fallecidos, Steiner desarroló sus propuestas en la dirección opuesta en el sentido de ofrecer una enseñanza que permitiera desarrollar las capacidades de las personas para entrar en el mundo espiritual.

Tras la Primera Guerra Mundial, el director de una fábrica de cigarrillos de Waldorf-Astoria y seguidor de la Antroposofía, le propuso a Steiner a crear la primera escuela antroposófica para los hijos de sus trabajadores, lo que abría la posibilidad anhelada por él de poder capacitar a los niños a entrar en lo espiritual. En 1919 empezó a funcionar entonces la escuela Waldorf en Stuttgart dirigida por los propios profesores (hecho éste que de modo más o menos constante ha dado numerosos problemas) y en pocos años se llegaron a abrir otras cinco escuelas repartidas por Alemania. Más tarde, con el regimen nazi, todas las escuelas Waldorf de Alemania fueron cerradas, aunque en esos años ya funcionaban también otras en Holanda o Nueva York que pervivieron al azote de Hitler. En la actualidad, hay más de 160 escuelas Waldorf repartidas por los Estados Unidos y cerca de otras 1000 escuelas alrededor del mundo han adoptado su pedagogía.

Y eso que muchos de los métodos de su forma de trabajar se relacionan directamente con la enseñanzas esotéricas, como por ejemlo el empleo de la música y la importancia del movimiento, capacidades que ayudarían a desarrolarse para poder cultivar el «espíritu», el canal de comunicación entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

La noción de «espíritu» en la antroposofía no está bien definida y puede dar lugar a entender que hablamos de algo poco importante. Pero lejos de ello, la noción de «espíritu» ocupa en ocasiones dentro del curriculum un lugar importante, como por ejemplo a través del «looping». Según la Antroposofía -y así también lo recogía el New York Times- las personas experimentan un proceso de reencarnación cada siete años, empezando con el nacimiento físico y terminando a los 21 años, cuando ya el espíritu del ser humano está definitamente reencarnado y completamente desarrollado En sus escuelas, ciertos contenidos se introducen siguiendo ese tiempo de siete años, a la vez que los alumnos tienen el mismo referente (instructor) durante siete años (técnica de «looping»).

En el día a día de la escuela, la cuestión esotérica no parece muy presente en las aulas. El curriculum enfatiza la creatividad y los conocimientos prácticos. Pero la manera en que se introducen referentes esotéricos en sintonía con las enseñanzas antroposóficas es bastante sutil. Por ejemplo, hace ya unos años, The Atlantic ya había publicado otro reportaje sobre la Antroposofía, en donde tuvieron la posibilidad de observar algunos días de escuela en uno de sus colegios. En uno de ellos, los alumnos se habían dedicado durante todo un año a un proyecto de talla manual de mazos de madera, en donde debían fabricarlos, lijarlos y pulirlos para su uso posterior. Uno de los alumnos que estaba fabricando una navaja de madera perfectamente tallada y lijada, la pasaba suavemente por su meijilla para sentirla. Otro niño de diez años decía que nunca habían tenido el color verde sino que lo hacían de la combinación de diversos colores. El periodista quedó intrigado acerca del por qué desarrollar actividades tan poco prácticas para la sociedad en que vivimos y cuando preguntó al profesor ante los alumnos éste contestó «se necesita para mantener el equilibrio en una sociedad altamente teconológica».

En los últimos años, han aparecido cada vez más críticas desde diversos sectores tanto seculares como religiosos, alegando estar introduciéndose una enseñanza de tipo religioso, lo cual poco importaría si todos los centros fueran privados, pero resulta que una parte importante ya son públicos. Esto llevó a que en 1998 se formara PLANS, una asociación de padres religiosos y no religiosos que lanzaron una demanda legal para tratar que se dejara de financiar con dinero público algunos centros educativos vinculados directa o indirectamente a la Antroposofía, a los que consideran de naturaleza religiosa, y por tanto, el apoyo con fondos públicos contravendría la separación entre Iglesia y Estado. Aunque finalmente perdieron la demanda, PLANS continúa existiendo y ofreciendo información sobre la pedagogía Waldorf.

En la página del Rudolf Steiner College (Fair Oakes, EE.UU.) -centro de capacitación para los restantes centros Waldorf de la Costa Oeste de California- se indicaba que «es fundamental en el trabajo [de Steiner] la idea que el ser humano está compuesto de cuerpo, alma y espíritu y que el advenimiento de Cristo fue clave para el desarollo de la historia de la Humanidad y el logro de la libertad humana». Estos y otros puntos desataron la polémica en torno al 2000. Como el hecho de las tablas de la naturaleza recubiertas de piñas, piedras o conchas de mar que se encuentran en los parvularios y en las clases de primaria y que en principio se plantean como una actividad de respeto al medio ambiente, cuando los críticos han destacado que son pequeños altares panteistas y de culto al sol ligados a toda la cosmovisión antroposófica. Por su parte, los defensores de Waldorf dicen que el énfasis en la naturaleza tiene que ver con el desarrollo del tacto.

La Asociación de Escuelas Waldorf de Norteamérica asegura que el 94% de los estudiantes que se graduaron en las escuelas Waldorf del país entre 1994-2004 asistieron posteriormente a la universidad, algunas de ellas muy prestigiosas, lo cual por otro lado tampoco es muy de extrañar si se tiene en cuenta que la mayoría de las familias que optaron por el sistema de Wadorlf disponían de los suficientes medios económicos como para sufragar estudios privados posteriores. El sistema de Waldorf potencia el aprendizaje mediante «la estimulación de la imaginación, el sentido de la verdad y el sentimiento de responsabilidad […] nervios de una verdadera educación» en palabras del propio Steiner. Con el desarollo de un curriculum que potencie los doce sentidos que propuso Steiner, sus defensores aseguran el desarrollo de una capacidad de apertura al aprendizaje y un desarrollo integral del alumno.

Pero de acuerdo con PLANS, las enseñanzas pedagógicas de Steiner derivan «de sus propias experiencias esotéricas con la clarividencia, por lo que fundamentalmente se ignoran todas las principales aportaciones pedagógicas que se han realizado desde 1920».