De acuerdo con un reciente estudio realizado en el Reino Unido, las personas que se definen como «espirituales» tienden a mostrar mayor número de problemas de salud mental en comparación con personas que se definen como «religiosas» o simplemente «ateas».
Según el trabajo recientemente publicado en el British Journal of Psychiatry y realizado sobre una muestra de 7.403 hombres y mujeres del Reino Unido seleccionadas al azar, las personas que se definían como «espirituales» tendían con mayor frecuencia a presentar problemas relacionados con ansiedad (trastornos obsesivos y/o fóbicos), problemas de alimentación e incluso el abuso de sustancias.
Del total de participantes, un 35% se describieron como «religiosos», es decir, que asistían regularmente a una iglesia, mezquita, sinagoga o templo; cinco de cada seis de este grupo se definían como cristianos. Casi la mitad de la muestra estudiada (46%) se describía a si misma como ni religiosos ni espirituales, mientras que el 19 % restante respondió que tenían creencias espirituales, aunque sin adherirse a una religión en particular.
Los miembros de este último grupo, un 77 % de ellos eran más propensos que los demás a ser dependientes de las drogas, un 72 % a ser más propensos a sufrir de una fobia y un 50% mostraba mayores probabilidades de tener un trastorno de ansiedad generalizada; igualmente, un 40 % mostraban mayores probabilidades de estar recibiendo tratamiento con fármacos psicotrópicos, a la vez que en un 37% tenía mayor propensión a diversos trastornos de tipo neurótico.
Los investigadores han concluido que «cada vez más pruebas de que las personas que profesan creencias espirituales, en ausencia de un marco religioso, son más vulnerables al trastorno mental».