Según recogía hace unas semanas el Aargauer Zeitung, varias familias que llevaban a sus hijos a la Escuela Rudolf Steiner de la región suiza cantonesa de Schafisheim, han denunciado los malostratos recibidos por sus hijos en esta escuela. Entre las acusaciones de estos padres, destacan la intimidación, la no cualificación del profesorado y la violencia verbal y física. Esta situación, soportada por largo tiempo, les ha llevado finalmente a organizarse e interponer denuncia ante el departamento de inspección escolar.
Alguna de las madres denunciantes refiere que su hijo -de jardín de infancia- fue empujado al suelo por el profesor al no obedecer, siendo castigado duramente y encerrado en un lavabo, permitiéndosele salir tan sólo una vez que se hubiera lavado la boca con jabón. Esta misma madre asegura que al ir a hablar con el maestro responsable, éste lo negó todo atribuyéndolo a imaginaciones del niño. Sin embargo, los padres afirman que el niño llegaba a casa llorando y daba señales que no quería ir al colegio.
Otros padres han denunciado que su hijo fue empujado sobre los pupitres por su profesor de inglés con fuerza, siendo expulsado del aula y «tratándole como un pedazo de mierda», en sus palabras. El niño quedó dañado al golpeársele la cabeza con los pupitres. Los padres indican que el profesor está desbordado, al tiempo que muchos carecen de la preparación suficiente y necesaria como trabajar como maestros. El profesor, por su parte, ha indicado que «hace todo lo que puede». Pero los padres aseguran que como su hijo ya fue tiladado en la escuela de «chico con problemas de comportamiento», pasó a ser la cabeza de turco de la incontinencia del profesor.
Otro de los padres denunciante ha afirmado que «la Escuela Steiner soluciona los conflictos por la fuerza […] me parece que estas medidas son del siglo pasado […] violan la dignidad humana […]». Aparte, los denunciantes aseguran que si las familias discrepan de la filosofía antroposófica, se les deja de lado o se les ve como fuera de las actividades del colegio, a la vez que si un niño lleva una camiseta de Spiderman o juega con pistolas de plástico, es también descrito de modo negativo.
Otros padres han añadido, además que las ayudas del «círculo de confianza» del colegio -esto es, aquellos padres que comulgan abiertamente con los principios del colegio y se encargan de mediar en conflictos en el aula- son más bien escasas, por no decir inexistentes y «tampoco son neutrales a la hora de evaluar los conflictos que pudieran darse dentro de las aulas». Los padres se quejan que una vez formulada la reclamación, se activa un largo protocolo que concluye finalmente con una respuesta que tiende a ser favorable a la escuela, desoyendo las reclamaciones de los padres, hecho éste que les ha llevado a interponer su reclamación ante el departamento de inspección educativa pertinente.
Toda esta situación ha llevado, además, a que unos siete u ocho padres hayan retirado ya a sus hijos de la Escuela Steiner, a lo que se han añadido las dificultades consiguientes a la hora de encontrar un nuevo centro educativo, junto al hecho que muchos de esos niños han mostrado dificultades importantes a la hora de seguir el curriculum de las escuelas oficiales del Estado, debiendo repetir curso o empezar por otros de inferior nivel para que pudieran alcanzar el ritmo de aprendizaje de sus restantes compañeros. Y en cuanto a los «problemas de comportamiento» que la Escuela Steiner había definido en alguno de esos chicos, desaparecieron una vez sacados de la Escuela.