En muchas ocasiones, sectas religiosas o no religiosas son criticadas por rechazar los tratamientos médicos convencionales, como el caso del tratamiento antirretroviral para el VIH. Este hecho ha llevado en ocasiones a algunos observadores a generalizar tal rechazo por parte de cualquier comunidad religiosa, pero un reciente estudio publicado en Londres apunta a que las creencias religiosas no son una barrera para el tratamiento médico.

El estudio, realizado entre el 2004-2006 y publicado en junio de este año en la revista HIV Medicine, fue realizado con un conjunto de 246 participantes de una media de edad de 34 años: un 55,7% de ellos cristianos, un 35,2% católicos y un 6,1% islámicos (tan sólo un 1,2% de ellos dijeron que no pertenecer a ninguna religión). El trabajo fue realizado íntegramente con una población afroamericana, debido a que son una de las poblaciones de mayor riesgo de infección.

De acuerdo con los autores del trabajo, el análisis bivariado no mostró relación entre la religiosidad (en este caso medida por la frecuencia de asistencia y las actitudes o creencias religiosas) y la detección tardía del VIH. Tampoco detectaron ninguna relación entre la religiosidad y los cambios en el recuento de CD4 [una medida de la fortaleza del sistema inmune] o la carga viral [la cantidad de virus en la sangre] en los últimos seis meses diagnóstico o en la aplicación de la terapia antirretroviral tempranamente.

No obstante, es cierto que los participantes que asistían a encuentros religiosos al menos una vez al mes, eran más propensos a creer que «tan sólo la fe podía curar el VIH» en comparación con aquellos que asistían con menor frecuencia a la iglesia. Y alrededor de un 5% pensaba que los antirretrovirales que tomaban comportaban una falta de fe en Dios, aunque esta convicción no afectara al tratamiento o a la prueba del VIH. Sin embargo, estas cifras no resultaron significativas en términos estadísticos globales.

Según informaba recientemente Irin, un servicio de las Naciones Unidas para la Coordinación Humanitaria, en África -donde las organizaciones religiosas desempeñan un papel importante en la atención y apoyo a personas con VIH- los líderes religiosos alientan a los miembros de su comunidad a orar, pero no a abandonar su tratamiento.

El reverendo Macdonald Sembereka, coordinador nacional de la rama de Malawi INERELA +, es uno de los líderes religiosos que están lidiando con el VIH, e indica que los creyentes que viven con VIH dicen que la oración y la comunión les ayuda a seguir el tratamiento y a sobrellevar algo mejor los efectos secundarios. «Animamos a los fieles [con VIH] a que se reúnan para orar, como parte de su terapia. Ellos comparten sus experiencias, oraciones y nos animarnos unos a los otros a seguir religiosamente el tratamiento»

El mismo reverendo alerta sobre los falsos predicadores que llevan a sus seguidores a interrumpir o abandonar sus tratamientos; cree que con una mejor educación, el riesgo a quedar cautivado por estos falsos predicadores se reduciría. Dijo, «la oración y el tratamiento son complementarios […] no podemos hacer caso omiso de la eficacia del tratamiento cuando tenemos una fuerte evidencia científica de que funciona».