“Es muy difícil cambiar la opinión de un hombre convencido. Dígale que no está de acuerdo con ella, se dará la vuelta y se irá. Muéstrele hechos o datos que la refuten y cuestionará sus fuentes. Si apela a la lógica, no podrá entender su conclusión.”
Así empieza el libro de los psicólogos sociales Leon Festinger, Henry Riecken y Stanley Schachter, When Prophecy Fails. En septiembre de 1954, Festinger era profesor de psicología en la Universidad de Minnesota. Un día, mientras leía tranquilamente el periódico en su casa, leyó: “la profecía del espacio: se acerca el fin del mundo.”
Se trataba de una nota de prensa que describía el mensaje de un grupo que seguía las visiones profético-apocalípticas de un ama de casa de Chicago llamada Dorothy Martin (que en el libro aparece bajo el pseudónimo de Marian Keech). Esta señora aseguraba tener contacto directo con seres superiores de otros planetas (“Los Guardianes”) provenientes de un supuesto planeta llamado “Clarion”. Tales seres le habían comunicado telepáticamente que el 21 de diciembre de 1954 el planeta Tierra dejaría de existir como resultado de una gran inundación. Pero aquellos que siguieran sus enseñanzas, la salvación estaba asegurada.
Junto a dos de sus colegas de la universidad, Festinger decidió introducirse en el grupo. Su objetivo era observar como reaccionarían sus miembros cuando el anunciado Apocalipsis no sucediera. Festinger y sus colaboradores pensaron en varios escenarios posibles.
Por un lado, pensaron que los miembros no modificarían sus convicciones, ya que estaban muy implicados (habían donado sus pertenencias, vendido sus casas, etc.).
Una segunda opción, -según Festinger la más probable-, sería que los seguidores modificarían el relato y pasarían a reclutar a más seguidores para de este modo reducir el choque sufrido a la propia autoestima.
Y así sucedió.
El 21 de diciembre, la líder y sus adeptos esperaban al platillo volador que vendría a rescatarlos. La tensión y la ansiedad fueron en aumento con el paso de las horas. Pasada la medianoche, la líder anunció que Dios había decidido posponer el Apocalipsis debido “a la fuerza de la Bondad y la Luz”. De inmediato, se puso en contacto con los periodistas e inició una campaña para diseminar su nuevo mensaje. La fuerza del grupo había logrado detener el Apocalipsis y ahora debía anunciarse tal suceso y atraer a más personas hacia el movimiento.
A raíz de esta investigación cualitativa basada en observación participante, Festinger y sus colaboradores desarrollaron la noción de disonancia cognitiva.
Este término, describe un estado de tensión mental que surge de una inconsistencia entre lo que una persona cree o piensa y lo que hace (o la realidad). La disonancia provoca un enorme malestar debido al conflicto que se despierta y, en por lo tanto, la persona que la aqueja busca minimizarla lo mas posible.
Esto se logra de cuatro maneras: a) modificando las creencias, b) alterando la conducta, c) racionalizando la conducta, y d) negando cualquier evidencia que genere disonancia.
Según Festinger, generalmente los seres humanos recurrimos a las últimas dos alternativas: la racionalización y la negación.
Otros experimentos realizados en los últimos años confirman que cuando la evidencia prueba la falsedad de ciertas convicciones, en vez de debilitarlas, irónicamente, muchas veces contribuye a fortalecerlas. Especialmente, si esa evidencia amenaza una manera de comprender la realidad que está firmemente establecida en la mente de un individuo (es decir, su ideología o sus convicciones emocionales ).
Dicho de otra manera, si la evidencia no encaja con creencias pre-establecidas, éstas son descartadas si son débiles, pero si son fuertes, se descarta la evidencia.