Un reciente trabajo publicado por Theos, un «think tank» de reflexión sobre temas religiosos y sociales, ha señalado que la oferta de exorcismos ha aumentado de un modo sorprendente en los últimos años. Y el aumento está siendo impulsado por las iglesias pentecostales y la creciente presencia de inmigrantes de comunidades africanas, en donde tales prácticas son bastante más comunes. Al mismo tiempo, la propia Iglesia Anglicana ha aumentado también su práctica de exorcismos, lo que en parte no deja de ser reflejo de una mayor demanda de tal actividad.

Sin embargo, esta popularidad puede ir en contra de la atención psiquiátrica o psicológica de aquellos que igual la necesitarían pero son tratados como «poseídos». Para explorar esta cuestión, Theos entrevistó a un grupo de sacerdotes o profesionales cristianos que trabajan en salud mental en todo el Reino Unido, observando que existe una tendencia creciente a atribuir causas espirituales a cualquier tribulación, «cuando en la gran mayoría de los casos, la persona en cuestión estaba sufriendo problemas de salud mental que requerían asistencia profesional”. No faltan tampoco los estudios que revelan cómo en algunas situaciones se han tratado cuadros esquizofrénicos con remedios tales como el exorcismo.

Desde fuentes religiosas, tiende a defenderse con mayor o menor vehemencia la práctica del exorcismo, obviando quizá que puede correrse el riesgo de transformar el exorcismo en una práctica de abuso espiritual. Tal es el caso, por ejemplo, de los recientes videos que han salido a la luz de Heraldos del Evangelio (escisión de Tradición, Familia y Propiedad, TFP), en donde puede observarse cómo el exorcismo se transforma en abuso espiritual por los miembros del propio grupo religioso.

Según «expertos» de la Iglesia Católica, los exorcistas están en demanda urgente como consecuencia de un fuerte aumento de las personas que salpican en el satanismo y el ocultismo. En este sentido, el propio Valter Cascioli, psiquiatra y consultor de la Asociación Internacional de Exorcistas, respaldada por el propio Vaticano, ha indicado en algunos medios que «la necesidad de más exorcistas es ya una emergencia…debido a que se ha producido un aumento significativo en el número de posesiones diabólicas».

Vascioli enseña «técnicas de exorcismo» en la Universidad Pontificia de Regina Apostolorum, una universidad respaldada por el Vaticano en Roma y dirigida por los Legionarios de Cristo. En tal Universidad, se imparten cursos sobre satanismo, magia negra y exorcismos. En el diario italiano La Stampa indicó que de hecho “el número de exorcistas ha aumentado en los últimos años, pero todavía no son suficientes para hacer frente a una situación dramática que afecta, sobretodo, a jóvenes que utilizan mucho Internet». Si bien la misma entrevista aseguró también que es conveniente no confundir los supuestos casos de «posesión diabólica» con trastornos psicopatológicos y que tan sólo el uno por ciento de las personas que aseguran tener problemas con los demonios tienen necesidad real de un exorcista, lo cierto es que Vascioli propugna una mayor formación de los sacerdotes en exorcismos.

Así que, de acuerdo con fuentes sobretodo católicas, se ha producido un aumento de las posesiones demoníacas por el uso excesivo de Internet o el flirteo con el esoterismo, pero también por el aumento de las drogas o la pornografía, según apuntan por su parte los sacerdotes católicos Gary Thomas o Vincent Lampert. El primero de ellos, el Padre Thomas, exorcista oficial de la diócesis de San José (California), asegura que en los últimos diez años ha llevado a cabo entre 50 – 60 exorcismos, en sus palabras, «este es un ministerio muy intenso…casi todas las noches libres tengo que vérmelas con un exorcismo».

El tema recuerda algo al de aquellas otras noticias que con cierta regularidad -y nuevamente desde ópticas católicas-, abundan en la pretendida proliferación de prácticas satánicas o inclusive de supuestas «sectas satánicas», rumor que tiende a despertar un atractivo irresistible sobre periodistas y que forma parte del imaginario cultural, dando lugar a una auténtica histeria satanista.