Recientemente, la periodista y especialista en filosofía política Marie-Claude Malboeuf, encabezó una prospección del mercado de los charlatanes de la salud en Canadá realizada por La Presse, a raíz del fallecimiento de una mujer en un seminario de crecimiento personal.
Para ello, empezaron a contactar a través de Internet con todo tipo de sanadores, terapeutas autoproclamados, gurús del crecimiento personal y otros charlatanes de la salud. Bajo la promesa de eliminar todo tipo de males, desde la depresión hasta el cáncer, pasando por la hiperactividad, el autismo u otros problemas psicológicos, esta industria de gurús ha logrado extenderse hacia escuelas, gabinetes de psicólogos u hospitales. Alguno de los «tratamientos» que propugnan, son incluso finalmente reembolsados por compañías de seguros privadas.
Al respecto de este creciente psicomercado, existen numerosas testimonios positivos de «psicofantes», a la par que otros que refieren importantes pérdidas económicas, terminar ingresados en hospitales psiquiátricos o acabar enrolados por alguna secta.
Los atuendos son igualmente de lo más variado: desde lo más estrafalario hasta lo más normativo, con pretendidos profesionales con bata blanca que aseguran curar con imanes, horquillas, frecuencias o energías invisibles. Todos ellos irradian una amplia confianza y consiguen atraer a más personas a sus «tratamientos».
El caso de Nicole Ouellet es uno entre tantos. Se formó como enfermera, trabajando en cuidados paliativos y en servicios de neonatología, hasta que en una conversación telefónica con la periodista le dijo que trataba a los niños pequeños de acuerdo a las «vibraciones» de los pañales húmedos de orina. Cuando en abril se le preguntó acerca de una niña de tres años con pólipos en los intestinos, la respuesta fue más bien categórica: «la cirugía, de poco sirve». Pese al riesgo que pudiera desarrollar cáncer, parece importarle poco, dado «que un tratamiento basado en la medicina vibracional podría hacer llegar a desaparecer estas excrecencias». Además, se jacta de sus últimos casos: una niña de dos años repleta de eccemas y psoriasis, un niño con quemaduras de tercer grado…
En la página de esta «terapeuta» pueden verse algunas fotos de sus cuestionables «tratamientos vibracionales». A pesar de haber sido condenada en cuatro ocasiones desde el pasado 1994 por ejercicio ilegal de la medicina, el Colegio de Médicos del Quebec no tenía conocimiento que hubiera vuelto a su prática. Cuando el reportaje salió publicado, Ouellet primero se burló para más tarde desdecirse y anunciar que se marchaba de Canadá para casarse.
Prototípico es también el caso de Sylvaine Champagne, «terapeuta», «trabajador de la luz» y «reconector», que se dirige en su página web especialmente a los jóvenes «porque son más recepetivos que los adultos». Este antiguo ingeniero eléctrico ofrece sus servicios sanadores por teléfono. Pese a no disponer de garantía alguna de sus resultados, este «reconectador» formado por Eric Pearl, asegura que llegó a ayudar a «un niño autista a salir de su burbujua». Se refiere también a otra persona que le llamó desesperada para que le ayudara con su hija hospitalizada por un cáncer cerebral, de manera que se dispuso a «inspirar al médico» a través de su «energía». Cuando salió el reportaje, el «reconectador» dijo que en ningún caso dijo «poder curar a la gente, sino tan sólo ayudarles a encontrar la armonía»; aunque añadió que «en realidad curar el corte de un dedo no debería ser más difícil que curar un cáncer», mientras blande su libro donde asegurar probar sus afirmaciones. A la vez, parece ser que tan sólo estar a su lado se notarán los efectos «armonizadores», ya que «una persona que tenía problemas de audición [que recientemente había participado en uno de sus seminarios] parece que ya no necesita su dispositivo auditivo».
El caso de otra pseudoterapeuta, Natacha Condo-Dinucci, es también representativo de toda una corriente basada en la idea de los «niños Índigo», a través de propuestas como el EMF Balancing, Kryeon u otras. Esta pretendida terapeuta dice asesorar a los padres, «ya que siempre es más fácil asimilar un diagnóstico doloroso que no una verdad […] les dirán que este niño es autista o hiperactivo, o de altas capacidades […] pero en verdad es que este niño es especial, es un niño cristal».
Y es que la desesperación de las familias puede llevarles a buscar todo tipo de soluciones mágicas, como pudo evidenciar esta periodista en foros de padres autistas, en donde se registraba alguna entrada acerca del reiki para el autismo, refiriendo un participante someter a su hijo a una sesión de reiki semanal a domicilio para «sanarle». Otros han pasado por análisis sanguíneos a la búsqueda de supuestos parásitos que causarían el autismo. La asociación de Psiquiatría del Quebec ha alertado acerca de la propuesta de una madre de un niño autista que asegura ser «un ángel al rescate», proponiendo un método «que no sólo es ineficaz sino que también puede resultar peligroso»: sus seguidores administran un cóctel de sustancias vía intravenosa (a veces ilegales) para forzar al cuerpo a eliminar los metales pesados. La periodista refiere también que otro naturópata que trataba a un niño autista le recomendó la aplicación de una crema en las rodillas para estos problemas.
Al respecto de la eclosión de todo este mercado relacionado con la sanación, se han producido algunas sentencias judiciales significativas en Canadá, como la dictada por la jueza Ginette Piché a propósito de un niño que podía terminar quedando expuesto a una «naturópata» -antigua profesora de matemáticas- que aseguraba «ver a través del cuerpo humano»; la magistrada concluía que «el niño ya tiene suficientes problemas ahora como para añadir la presencia de cuerpos sutiles en su interior o la disociación de su ser», incidiendo finalmente en que los padres son libres de creer en lo que quieran pero que los intereses del menor deben prevalecer. Myriam Villiard, que es la naturópata en cuestión con semejantes facultades sobrehumanas, ya había sido descrita en una sentencia previa como una mujer «despreciable» en tanto que se había aprovechado del problema de una enfermedad rara de un niño para expoliar a los padres (y eso además cuando ni tenía licencia alguna para ejercer). En la página web de los seguidores de esta naturópata la describen como «uno de los grandes nombres que han contribuido al avance de la medicina alternativa en nuestra provincia».